¿Puedes acordarte de quién te enseñó a rezar? Si te acuerdas hazle un monumento a esa persona. Probablemente fue tu madre. En mi caso fue así. También luego, más adelante, un amigo me enseñó a rezar, a hacer meditación, a hablar personalmente con Dios. A tratarle como Padre. Jamás le olvidaré, a mi amigo.

Me encanta la relación con Dios de Jonás. Es todo el rato, por parte de Jonás,  «de qué se trata que me opongo», pero Dios, con una paciencia infinita y una habilidad de orfebre va llevando a Jonás, en unas conversaciones deliciosas, a conocerle mejor y a ir realizando su voluntad.

En la conversación con Dios no vamos a que se haga nuestra voluntad sino la de Dios, no vamos a que se realice nuestra agenda sino a pedir que venga su Reino, no vamos a pedir caprichos, sino el pan necesario, no vamos a que Dios nos de la razón sino a pedir perdón reconociendo que también nosotros hemos sido perdonados. Todo eso está en el Padrenuestro