Pedro le pregunta a Jesús por la presencia de Juan. Los evangelios nos han hablado en diferentes momentos de la rivalidad que había en el seno de los apóstoles. Discutían entre ellos quién era el más importante. Sentían envidia cuando al otro lado del río Jordán un creyente expulsaba demonios y no era de los discípulos de Jesús. Pablo habla de cómo en el seno de la comunidad unos se definían de Pablo, de Cefas, de Apolo. Es algo muy actual, que dentro de los creyentes nos observemos unos a otros y opinemos de forma admirativa o crítica según se identifican con la propia forma de vivir la fe. Qué daño hace a la comunión la fragmentación de la comunidad creyente. La respuesta de Jesús es contundente: «¿a ti qué? Tú sígueme». Pedro deja de mirar y de fiscalizar la respuesta de fe de tu hermano. Cuida tu propia respuesta de fe.
No nos toca a nosotros juzgar ni las formas ni el fondo de la vivencia de fe de los demás. Estamos muy acostumbrados a alinearnos con bandos, los que comulgan con la mano o en la boca, los de mi cuerda, los más tradicionales, los más progresistas. Los de la acción social, los místicos y espirituales. Los de la liturgia, los de la Palabra. Los de la celebración con armónium o los de la guitarrita. Todas esas polarizaciones nos dañan. ¿Porque no vernos todos hermanos? ¿por qué no acogemos de forma agradecida lo que los diferentes a nosotros nos aportan? Intentamos colonizar la fe de los demás, sin dejarnos permear por la luz que el Espíritu nos regala a través de la diversidad. En el fondo creo que hay mucho desconocimiento y mucho miedo a cuestionar nuestras propias certezas. Absolutizamos lo que cada uno entiende, y nos parece irrelevante lo que los diferentes nos aportan.
Que este tiempo de pascua que nos lleva a Pentecostés, nos haga pedir con sinceridad la llegada del Espíritu Santo. Que venga y renueve la faz de la tierra. Que renueve el ardor y el amor en su Iglesia. Y que renueve cada una de nuestras mentes para que no nos acomodemos a este mundo y podamos vivir en las categorías de Dios.
Asi Sea. Gracias Padre
Muy buena admonición para los que nos creemos «auténticos», de «pata negra».
Gracias por el acertado comentario sobre la soberbia: creernos mejores y con derecho a juzgar a los demás.
Ya nos lo había dicho Jesús al mencionar la viga en el propio ojo. Ahora se lo recuerda a Pedro cuando muestra “curiosidad” por lo que pueda ocurrirle a Juan.
Creo que la curiosidad por los demás solo debe aparecer cuando tienen alguna necesidad y estamos dispuestos a ayudarles. De lo contrario, cada uno es responsable de sus actos en diálogo con el Espíritu Santo. Y esto es lo que debemos hacer también nosotros.
Que suerte he tenido , el Jueves , ella hora Santa me entregaron un libro que tenían guardado, durante esta temporada en que estuve fuera. Es fiel libro que siempre deseaba tener
También me gusta esaren un grupo dedicado en las Horas Santas tener Cristo en la Custodia dándonos Su Amor y corresponderlle amando con toda el Alma todo mi ser