Comentario Pastoral
DEFENSORES DE LA VERDAD

E1 Espíritu, del que se nos habla en el evangelio de este sexto domingo de Pascua tiene una doble función: en el interior de la comunidad mantiene vivo e interpreta el mensaje evangélico, al exterior da seguridad al fiel en su confrontación con el mundo, ayudándole a interpretar el sentido de la historia.
Lo que fue Jesús, para sus discípulos durante la vida pública, es ahora misión permanente del Espíritu en la Iglesia: testimoniar la presencia operativa de Dios en el mundo. Los que están llenos de Espíritu, tienen la visión y conocimiento pleno de la verdad, que es Jesús. Los hombres espirituales son siempre una crítica radical para los que tienen solamente espíritu mundano, pues la verdad de arriba se contrapone con la mentira de abajo.
Jesús promete enviar el Espíritu de la verdad. Ante la confusión de tanto discurso erróneo y el espejismo de valores mentirosos, es urgente defender la verdad y encontrar caminos para que brille. Muchos, como Pilatos, repiten la vieja pregunta: ¿qué es la verdad?
La verdad es conocimiento y exactitud a las ambigüedades y el error. Es libertad interior frente a la dictadura de doctrinas fáciles. Es fortaleza serena al apresuramiento de la incertidumbre. Es sencillez espiritual frente al oropel de la falsa retórica. Es luz del bien frente a la ceguera de la malicia. Es principio de toda perfección, evidencia pacífica del misterio de lo eterno, alma de la historia individual y colectiva.


Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
El Espíritu Santo, que procede de ti, Señor, ilumine nuestras mentes y nos dé a
conocer toda la verdad como lo prometió Jesucristo tu Hijo;
haciendo morada en nosotros nos convierta en templos de su gloria;
nos haga ante el mundo testigos valientes de¡ Evangelio;
y nos lleve a la unidad de la fe y nos fortalezca con su amor;
así contribuiremos a que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, alcance su plenitud.


Oraciones colecta de la Confirmación


Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 8, 5-8. 14-17

Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20

san Pedro 3, 115 18

san Juan 14, 15-21

Comprender la Palabra

El Espíritu Santo es mencionado en las tres Lecturas Bíblicas de este Domingo, Sexto de Pascua.

El Espíritu Santo es el Don de la Pascua, que el Señor Resucitado nos envía desde el Padre, como escucharemos el Domingo de Pentecostés.

Al Espíritu Santo le atribuye el Apóstol San Pedro (2ª Lectura) la Resurrección del Señor.: «Cristo murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu». El es «el Espíritu de la Verdad», que Cristo -El es la Verdad- promete a los suyos en la sobremesa de la última Cena (Lectura del Evangelio). «Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor -el Espíritu Santo- que esté siempre con vosotros».

El Espíritu Santo, que espiritualiza y diviniza la Humanidad Gloriosa de Jesucristo,
nos lo hace presente, misteriosamente, sacramentalmente, para que «le veamos» de un
modo nuevo, en la fe, no sólo en las acciones sacramentales, sino también en todo prójimo
necesitado, y el todo el que se hace prójimo (próximo) del necesitado. «No os dejaré
desamparados -insiste el Señor-; volveré, me veréis v viviréis, porque Yo sigo viviendo».

Y es el mismo Cristo quien comunica el Don del Espíritu Santo a los recién bautizados en Samaria, por el gesto de la Imposición de las manos y la Plegaria de los Apóstoles Pedro y Juan -¡el Sacramento de la Confirmación!- (1ª Lectura). El Don del Espíritu Santo, que recibimos para «glorificar en nuestros corazones a Cristo el Señor y para dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida».

El Sacramento de la Confirmación es uno de los tres Sacramentos Pascuales -junto con el Bautismo y la Eucaristía, en los que consiste la Iniciación Cristiana.

En el Sacramento de la Confirmación recibimos el Don del Espíritu Santo con vistas al testimonio cristiano en medio de este mundo, hostil a la Fe Cristiana, testimonio, que hemos de dar «con mansedumbre y respeto y buena conciencia -advierte el Apóstol-, para que en aquello mismo, en que sois calumniados, queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo».


Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

Principales Objetivos de nuestro Sínodo Diocesano (III)


En medio de la sociedad secular y de la autonomía que les es propia, las comunidades eclesiales han de ser signo e instrumento de la presencia del Dios tres veces santo. Su misión es actualizar el amor de Dios por los hombres manifestado en Jesucristo servir la esperanza depositada en la creación, redimida por él, y contagiar la alegría pascual de quienes celebran y reciben en la Eucaristía la prenda de su futuro. El sacramento de quien es «el Amor de los Amores» introduce en la comunidad eclesial un verdadera tensión escatológica, la cual, lejos de retirarnos del mundo, nos lleva a coro prometernos en su transformación para que todo sea recapitulado en Cristo.


Antonio María Rouco Varela

Cardenal Arzobispo de Madrid
8 septiembre 2004

al ritmo de la semana


San José obrero – 1 de mayo

Antes de convertirse en Europa el primero de mayo en fiesta del Trabajo, a finales del siglo XIX y principios del XX, fue un día de reivindicaciones, y con frecuencia de luchas en favor de la promoción obrera. En todo ello no podía quedar insensible la Iglesia.

Este año la memoria de San José Obrero está impedida por el Domingo VI de Pascua.

Los papas León XIII y Pío XI se esforzaban por abrirse a los problemas del mundo del trabajo, Pío XII en 1955 quiso dar una dimensión cristiana a ese día, instituyendo la fiesta de San José Obrero. Está sustituía a la festividad del Patrocinio de San José sobre la Iglesia Universal, prescrita por Pío IX en 1847, y que se celebraba el miércoles de la segunda semana de Pascua. José no sólo fue un trabajador, el carpintero de Nazaret, sino que es el modelo del trabajador cristiano, ya que durante muchos años trabajó para Jesús, dentro de la intimidad diaria con él.

Las reivindicaciones de los derechos de¡ trabajador en la sociedad actual son ciertamente una conquista humana y social. La memoria de San José Obrero disipa de algún modo la falsa acusaciones de que la lucha del mundo del trabajo es una lucha contra la Iglesia. «En tu amorosa providencia, has elegido a San José para que cuidara a tu Hijo hecho hombre, rodeándolo de afecto paternal, y nos ofreciera a nosotros el ejemplo de una vida laboriosa. Aunque descendía de la estirpe de David, se ganó el pan con el sudor de su frente. Ennobleció el trabajo humano sostenido y alentado por la convivencia de Jesús y de María, ejerciendo su arte con dedicación y virtud admirables, se convirtió en maestro de trabajo para Cristo el Señor, que no desdeñó ser llamado hijo del carpintero».



J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, doctor, luchó contra los

Hechos 16,11-15. El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Juan 15,26-16,4a. El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí.

Martes 3:
: San Felipe y Santiago, apóstoles.

1 Corintios 15,1-8. El Señor se apareció a Santiago; después, a todos los apóstoles.

Juan 14,6-14. Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?


Miércoles 3:

Hechos 17,15.22-18,1. Eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo.
Juan 16,12-15. El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.


Jueves 3:

Hechos 18,1-8. Se quedó a trabajar en su casa. Todos los sábados discutía en
la sinagoga.

Juan 16,16-20. Estaréis tristes, pero vues-tra tristeza se convertirá en alegría.

Viernes 3:

Hechos 18,9-18. Muchos de esta ciudad son pueblo mío.

Juan 16,20-23a. Nadie os quitará vuestra alegría.

Sábado 3:

Hechos 18,23-28. Apolo demostraba con la Escritura que Jesús era el Mesías.

Juan 16,23la-28. El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis