Semana trágica para mi coche. Después de unas cuantas vistas al taller y parecer que se habían arreglado todos los defectos, se me ha roto la dirección, es decir, quieres girar pero no giras, así que quince días más en el taller (y no quiero pensar en la factura). Es fácil acostumbrarse a la dirección asistida, casi con un dedo puedes girar el volante, pero cuando se rompe, ni con cinco brazos haces que gire. Algo así le pasa al corazón del hombre, está hecho para la misericordia (sí, no es una excepción el ser misericordioso), pero cuando se olvida de la misericordia ¡Lo difícil que es arreglarlo!.
“ Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión? Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras.” Si algo me han enseñado mis innumerables meteduras de pata en mi vida, ,es la misericordia de Dios. Sin embargo he visto que juzgan más impenitentemente los que más tienen que reprocharse. A veces me dan ganas de decir a algún sacerdote: “dime de qué predicas, y te diré de qué careces.” Sin embargo me encuentro con personas que quieren hacer el bien y les cuesta muchísimo, siempre tienen fama de malos, y son las mejores personas con las que me encuentro, aunque no sean los más buenos. Es difícil de explicar, pero no es difícil de entender.
“Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio.”
Perdonadme que hay apuesto el salmo entero, por las veces en que pasamos de puntillas sobre él. A veces me encuentro con personas que son completamente incomprendidas, quieren hacer el bien, y lo hacen, y nadie les entiende. Sólo el Señor. Y es difícil que alguien les comprenda, si no les miras con la misericordia de Cristo. No son personas brillantes, ni famosas, ni conocidas, incluso tienen un pasado gris, tirando a oscuro, pero aman a Dios y nadie se da cuenta. Sólo en Dios encuentran su descanso.
Por esos hoy quiero leer al revés los “ayes” del Señor. Podríamos decir: Benditos los que vivís el derecho y el amor de Dios, aunque vuestro pago del diezmo sea tan pequeñito. Benditos los que no encuentran sitio en los primeros puestos y pasáis desapercibidos, pues sólo Dios os mira. Benditos los que sois pisados por la gente, si es para llegar hasta Dios, y benditos los que cargan con los fardos de los otros, aunque nadie os eche una mano. El Señor bendice, no maldice, depende de el lado en que te encuentres, pero el hombre quiere que Dios gire en su dirección, aunque no sea el sentido de la vida humana. ¡Tiene rota la dirección!
Vamos a obrar bien, vamos a obrar como Dios quiere, vamos a obrar como María.