¡No tardes, Jesús!

Sab 18, 14-16. 19, 6-9; Sal 104; Lc 18, 1-8 Ahora entiendo bien lo de la viuda: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara», pensaba el juez inicuo. La impaciencia...