Escribo este comentario antes de saber el resultado del partido de fútbol España-Brasil, ni me importa demasiado la verdad. Pero muchos estarán sufriendo esta noche en España y en Brasil e incluso, si el partido se pone interesante, hagan alguna promesa a Dios por la victoria de su equipo. Promesa que después de la quinta cerveza se olvida y mañana la resaca aligera o disipa. Muchas veces, en casos tontos como el fútbol y en otras cuestiones muy importantes, hacemos tratos con Dios. En ocasiones le engañamos y olvidamos nuestras promesas, en otras nos parece que Dios es el que nos engaña y no da respuesta a nuestras oraciones y sacrificios. Como un tahúr que nos engañase siempre y la carta que levantamos nunca es la acertada.

-«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? »

Contestó el Señor:

-«En atención a los diez, no la destruiré.»

Abrahán es un negociador nato. De cincuenta justos en Sodoma llega a rebajarlo a diez, poco a poco, con tino. Como negociando en un zoco árabe va regateando con Dios para conseguir un mejor trato. Pero por mucho que rebaja no puede cambiar la destrucción de Sodoma y Gomorra. Ciertamente con nuestra mentalidad actual pensar en un Dios que destruye una ciudad entera por sus pecados nos parece una barbaridad, no así para el escritor del Génesis. A nosotros nos parece aberrante, aunque nos parece estupendo que el hombre se considere Dios y destruya la vida de millones de inocentes en el vientre de su madre porque no son deseados, a los ancianos porque gastan y molestan, a millones de personas pasando hambre o condenados a la miseria…., no, eso no nos parece aberrante, pero es mucho más fácil meterse con Dios que con los hombres. Pero volvamos a los tratos con Dios.

Al final Dios hizo un trato inmejorable con los hombres. Entregó a su propio Hijo por nuestra salvación y por pura gratuidad, sin pedirnos nada a cambio para Él. Es el tahúr con el que siempre ganas y nunca pierdes, levantes la carta que levantes. Cuando uno se da cuenta de esto puede decir con Santa Teresa. “Sólo Dios basta” y entonces no es lo que Dios nos pide, sino lo que Dios nos da.

«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» Seguir a Cristo nunca se hace por mejorar económica o socialmente, ni porque nos vaya bien, ni para que gane nuestro equipo de fútbol. El Papa no se cansa de repetirlo y en ocasiones todavía queremos medrar o nos enfadamos si la vida no nos trata todo lo bien que queremos. La recompensa de seguir a Cristo es estar con Él, y punto.

«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.» No es que el Señor nos anime a dejar cadáveres por todas partes, pero sí a dejar atrás aquellas cosas que nos parecen fundamentales, si las cuales no podemos vivir, y que sin embargo no son necesarias, aunque nos lo parecen así. Nos parecerá que hasta que no cambiemos muchísimas cosas en nuestra vida no podremos seguir a Cristo, y lo vamos dilatando. Lo mejor es empezar a seguir a Cristo y Él ya irá enterrando nuestros muertos.

Siguiendo las inspiraciones del Espíritu Santo haremos el mejor trato de nuestra vida. La Virgen no pone condiciones, simplemente se deja hacer y Dios hace. Ojalá aprendamos de ella.