Reírse de las personas creyentes es sencillo. No hay película de serie W, revista de sátira o grupo de amigos contando chistes que no saquen unas cuantas chanzas sobre la Iglesia, cuando no la atacan abiertamente. Es muy sencillo hacer bromas y minar la credibilidad de sacerdotes y religiosos, burlarse de los que viven su fe o magnificar los defectos de los que seguimos a Jesús. Algunos hay originales, incluso graciosos, pero pocos. Eso podría molestar, pero nosotros vemos la otra cara de la moneda. Cuando las personas se encuentran con la muerte de un ser querido, la enfermedad, el nacimiento de un hijo, la pobreza, la incomprensión de sus amigos, un problema con las drogas, un fracaso amoroso, un vacío existencial de esos… acaban recurriendo a la Iglesia, aunque sea por la puerta de atrás. Y no importa nada, en la Iglesia no estamos para que nos traten bien, sino para que todos se puedan acercar a Cristo. No es hacer verdad el dicho de “el que ríe el último, ríe dos veces”, sólo esperamos alegrarnos con los últimos.
“Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: -«¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie”. La muerte era evidente, sabían distinguir bien entre un cadáver y un desmayo. Los desmitificadores dirán que era una especie de catalepsia, aunque yo tengo que reconocer que con más años que Jesús entonces y conociendo a muchísimos más personas, nunca he conocido un caso de catalepsia. Yo no digo que no los haya, pero nunca me lo he encontrado. (Lo que me encuentro es a alguno que entra en el despacho y no me deja seguir con el comentario, menos mal que ya sale a rezar un rato a la Iglesia y me deja continuar). .Justamente con esta persona que estaba en el despacho hablábamos de lo que influye la mente en el cuerpo. Si curar un cuerpo puede parecer difícil (para Dios no, y Jesús es Dios), mucho más difícil es curar el alma. Por eso mucho cuando se ven afincados en sus vicios, tibiezas, perversiones o perezas no creen que puedan ser curados por Cristo, y se ríen de él. Y cuando ven a alguien que ha cambiado la vida (que Dios le ha cambiado la vida), también se ríen de él. Se ridiculiza a Dios y a la Iglesia para no mirar el propio pecado y no cambiar de vida.
Por eso la Iglesia seguirá ofreciendo la misericordia y la salvación. Aunque se acerquen por detrás, a escondidas, pensando que con tan sólo tocar el manto se curarán, siempre son bien acogidos.
Por eso que se rían si quieren reírse, en frase de Manolito el de Mafalda: “Los cheques de sus burlas no tienen fondos en el banco de nuestro ánimo”· Pero nosotros no nos desalentamos, seguimos anunciando a Aquel que nos ha cambiado la vida y nos ha despertado del sueño de la muerte. Que María nos anime siempre a seguir adelante, ofreciendo al mundo lo que gratis hemos recibido.