Que el Señor se apareciera a los suyos diciendo “Paz a vosotros” no es baladí. Podría haber usado un procedimiento más brillante, una aparición luminosa con banda sonora, no sé, lo que provocara una impresión de sobrecogimiento acompañada de un “eh, despertaos, poneos en marcha, es hora de evangelizar y hablar de quién soy verdaderamente”. Pero el Señor usa un insólito preámbulo que se ha convertido en la marca de la casa del cristiano: la paz. Sin paz no se construye nada, es más, sin el sosiego del primer encuentro con Cristo uno pierde identidad, porque seguirá a merced de sus pasiones y de la excitabilidad cotidiana. Sin paz, el mundo nos va deglutiendo poco a poco y nos volvemos una pieza más del engranaje de la vida.
Qué bien lo entendió Juan de la Cruz, “oh dichosa ventura, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada, a oscuras y segura…” Habla del alma que va a la busca de su Amado. Si la casa no anda sosegada, el alma sale del hogar haciendo ruido y tirándolo todo, tropezándose con la cacharrería que encuentra en las habitaciones. En fin, que el Señor dice “paz a vosotros” y no sólo queda en el aire una frase, sino que con ella llega una emulsión de gracia inmediata.
He conocido a mucha gente con paz, y hacen mucho bien. Y ojo, que no hace falta morirse para que los amigos te digan que ya descansas en paz. Parece que marcharse de este mundo es la única solución para apagar el tráfago de lo cotidiano. Piénsalo un momento, si no tienes el alma con paz porque crees que deberías hacer un millón de cosas más, y cuando te quedas solo la casa se te viene encima, te conviertes en carne de cañón para conocer superficialmente al Señor, sólo por fuera. Te aprenderás frases preciosas del Evangelio, estupendo, pero ni siquiera habrás tocado la orla de su manto. Sin soledad y sin silencio, que deberían ser nuestros hermanos de sangre, el hombre no se pone a tiro de la paz de Cristo.
Conozco a muchos enfermos que tienen paz y no fingen, son los que mejor pueden dar testimonio de la presencia de Cristo en un mundo imposible, como es el del dolor. Muchos no hablan de resignación sino de conformidad, y rezan porque no quieren dejar de lado a su Señor. Sin paz, nada de nada.
Busco constantemente la paz, pero me resulta muy difícil. Tengo una amiga que sólo hablar con ella, es capaz de transmitir esa paz que todos necesitamos para nosotros mismos; te da un abrazo y sientes una fuerza increíbles.
Cada vez que voy a confesarme acudo angustiada, pero es un bálsamo para mi alma y me proporciona una paz inmensa, esa paz que tanto ansío en mi interior, y que la mayoría de las veces no soy capaz de encontrar por mis propios medios..
Todos estamos en búsqueda continua de la paz, imprescindible en nuestra vida.
Cuánto bien nos hacen y cuánta necesidad tenemos de personas como vd Padre. Muchas gracias por sus comentarios e ilustraciones.
Soledad y silencio… gracias padre, lo contrario de lo que nos pide el mundo. Si, encuentro la paz cuando me encuentro con el Señor en la Adoración Eucarística, la mayoría de las veces El esta solo pero su Paz llena la capilla y yo la recibo con gran humildad por saber que no soy merecedora de ella pero aún así el me la regala. Cuanto amor señor, gracias.
La paz es lo más importante, no comprendo porque hay tantas guerras.