Parece que no aprendemos nunca la lección en situaciones y aspectos de nuestra vida, en la manera de vivirla. Esto nos hace a veces perder la paciencia y creernos que no se puede hacer nada, que nunca aprenderemos, que no cambiaremos. Pero no es así. Dios confía en nosotros y esta a nuestro lado para hacerlo posible. Así lo expresa en la primera lectura de hoy en el diálogo con uno de sus ángeles sobre Job (Satanás, al que no debemos confundir con nuestra imagen o concepción del demonio). Este libro de Job, plantea con una fuerza y una pasión inusitadas la gran cuestión que para el ser humano representa la existencia del mal, introduciendo al mismo tiempo una crítica, y hasta una rebelión, contra la doctrina de la “retribución” imperante en Israel.

El problema en esas situaciones es que estamos inmersos, como los discípulos en este pasaje de San Lucas, en nuestro pequeño mundo de intereses personales en el que , además, las personas que no estén las podemos dejar al margen. Jesús tiene que acudir una y otra vez a corregirlos, como a nosotros. Es la paciencia de Dios, fruto del amor que tiene por nosotros que le lleva a luchar por nuestra salvación, a entregar su vida. ¿Por qué no confiamos en que podemos ser mejores? ¿Por qué no creemos que podemos superar nuestras expectativas o las de los demás? Porqué no confiamos lo suficiente en Él. La fe en Jesucristo es nuestro poder. Seguirle viviendo conforme al evangelio y obedeciendo su voluntad es el manual del usuario cristiano; esto es lo más importante. No quién es mejor o más que el otro, el más importante.

En vez de perder el tiempo y las fuerzas e ilusiones en el erróneo mundo de nuestro intereses personales, podemos seguir a Jesús, sirviendo a los demás como Él, acogiendo a los «más pequeños», ayudarles, cuidarles y protegerles. Ya sabes quien son: los débiles de fe, los pobres espirituales y materiales, el excluido, el refugiado, la víctima de booling, el esclavo del hedonismo, etc. Este es el verdadero poder. La lucha contra el mal y la reparación de sus consecuencias es nuestra batalla importante y no estamos solos. El Señor es nuestra fuerza y sabiduría y también hay otros muchos como nosotros que luchan contra el mal, haciendo el bien. Unamonos y no perdamos la confianza en Él.