Ya estamos en la recta final de este adviento y es hora de hacer una pequeña parada para mirar al horizonte del camino que hemos recorrido y prepararnos. Es bueno ser conscientes de nuestra realidad existencial, de como somos y de lo que hacemos, igual que sabemos que es importante de dónde venimos, cuáles son nuestra raíces, nuestra genealogía. Así lo reflejan las lecturas de hoy con Jesucristo. Nunca se nos olvide que su origen es divino y humano; el hijo de María queda acreditado como tal en el comienzo del evangelio de Lucas: Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Igual que quedará acreditado como Hijo de Dios en el pasaje de la anunciación y en posteriores datos de los evangelios.
Todo esto nos quiere trasladar un mensaje de ánimo a todos nosotros: Jesús, el Señor, nos viene de Dios y, a su vez, es también el remate de un proceso histórico inserto en su totalidad en la historia del pueblo elegido. Un origen humano vinculado a la historia de la humanidad desde su pueblo. En su genealogía encontramos mujeres no israelitas, hombres criminales y pecadores, diversos ejemplares de una humanidad herida que en, en el nacido de María, recobrarán dignidad y esperanza; porque es una historia de Salvación, aunque tenga caminos desconcertantes. Es el relato de una humanidad que, también hoy, camina hacia la plenitud de Cristo Jesús.
Esta floreciendo la justicia y todos tenemos una oportunidad para ser verdaderamente quienes somos. Jesús trae de Dios la imagen de lo mejor que somos y que nos hemos «empeñado» en distorsionar o falsificar. Piensa en ti, mírate en el espejo la Palabra y pregúntale ¿qué maravilla has creado en mí? ¿quién soy yo?
Estamos en los días que había profetizado Jacob y sabemos que Dios está con nosotros y nos comprende plenamente. Él ve la verdad de nosotros y conoce nuestro corazón y lo que nos ronda por la cabeza. Confía en Él, prepárate para el gozo de la Navidad, para experimentar la luz de la salvación en ti y en tus hermanos. No reniegues de tu origen, sino avanza, saca la obra del Señor a la luz, no huyas más de tu misión y vivirás la verdadera Navidad.