Hoy 14 de diciembre la Iglesia recuerda a San Juan de la Cruz, místico del S. XVI cuya vida casi novelesca sigue inspirando a aquellas almas más sensitivas que con la belleza de la poesía dan culto a Dios y nos elevan en la experiencia de su intimidad con Él. Con ansias de amores inflamas así está nuestro corazón este Adviento, con ansia de ver al Mesías entre nosotros, con ansia de que haga morada en nuestros corazones, con ansias de abrazarle  y quererle como se hace con los bebés.

Y en nuestro camino a Belén, las lecturas nos presenta hoy a Juan Bautista, aquel que gritaba, en el desierto preparad el camino del Señor. Son varios los momentos en los que reflexionaremos sobre él en estos días, hoy nos toca entenderle como el precursor. La lectura del Antiguo Testamento nos habla del Profeta Elías, cuya aparición fue como una inyección de ánimo y adrenalina para el Pueblo, tanto es así que el Pueblo esperaba la vuelta de Elías como el precursor del Mesías. Jesus en el Evangelio siguiendo con la dinámica del cumplimiento de las promesas veterotestamentarias nos recuerda que Juan es aquel Elías que debía venir. Y efectivamente Juan precede a Jesús, pues nace antes que él, así lo atestiguan los textos de la Visitación, y también le precede en el ministerio público, será el encuentro con el Bautista el que saque del anonimato de Nazaret al que desde su bautismo se convierte en predicador itinerante.

La figura de Juan nos confirma, una vez más que Dios cumple siempre sus promesas. Con cuanta insistencia aparece esta idea en estos días de Adviento, y cuánto  necesitamos creérnoslo para mantener viva la verdadera Esperanza, la que llena de sentido nuestras vidas. Sí, podéis gritarlo, Dios cumple siempre sus promesas. Y también cumplirá las que nos ha hecho a nosotros, solo hay que confiar, solo hay que abrir las puertas del corazón y dejas que se inflame en los amores de quien nos amó primero.

Cuando Juan aparece Jesús está a las puertas, apenas diez días para la Noche Buena, y la liturgia nos quiere preparar tan bien que parecería que las lecturas huelen a mazapán y a turrón. Adviento también es esperar con impaciencia y contar los segundos hasta Navidad, que bonito sería que el Señor nos regalase un corazón de niños la noche de Reyes, ese corazón en amores inflamado, con ansias como el de Juan de la Cruz, que nos haga contar los minutos, los segundos que nos quedan para acoger al Mesías, al Señor.