Hoy voy a hacer de profeta. Mañana los periódicos de España abrirán con el resultado de la lotería de Navidad, dónde ha caído el gordo, la gente brindando con champan y todas las localidades agraciadas. Ha nadie le extraña que todos los 23 de diciembre los periódicos tengan siempre la misma portada con la misma noticia y ya dudo si no es el mismo texto cambiando las localidades y los números.

Dentro de tres días volveremos a recibir la misma noticia de todos los años. Pero no será portada en los periódicos, casi nadie creerá que dedicar un rato a recontar ese acontecimiento valga la pena. Así somos en la tierra. Creo que en el cielo es al revés:  la noticia de la lotería les deja indiferentes, y la del nacimiento de Cristo arma un enorme revuelo.

Ya hemos terminado el belén -sólo falta poner al Niño_, y mañana los niños lo contemplarán y preguntarán: ¿Dónde está Jesús? Y habrá que explicarles que habrá que esperar al 25 para ponerlo, pues antes no ha nacido. Yo me preguntaría hoy ¿Dónde está Jesús? Quedan pocos días para celebrar su nacimiento. A estas alturas José y María estarían llegando a Belén para cumplir con el censo, preocupados por la proximidad del parto. José había acogido a María en su casa por el mandato del ángel y desde entonces se hace custodio de la madre y del Niño. Todas sus preocupaciones habían cambiado a las que tenía unos meses atrás. Su vida se centra en cumplir ese divino encargo de la mejor manera posible, con todas sus fuerzas y confiando plenamente en la providencia divina. Sabía que Jesús estaba en las entrañas de María y su alumbramiento alumbraría el mundo entero. Pero todos a su alrededor parecen negar la evidencia, nadie más está enterado. En la caravana se hablaría del precio de las cosas, de la ocupación romana, de la última locura de Herodes o de la moda griega. Todos permanecían indiferentes a la venida de aquel que salvará a su pueblo de sus pecados. Sólo José y María esperan, Isabel también, pero estaba demasiado ocupada con las cosas de Juanito.

¿Dónde está Jesús? El mundo permanece tantas veces indiferente ante esta pregunta. Nos preocupa la lotería, el gobierno, el Brexit y el sursuncorda y no nos preocupamos de visitar un Sagrario, de ponernos de rodillas, de dirigirnos a nuestro Dios que viene a salvarnos. Estos últimos días de Adviento son momentos de ponernos cerca de Belén. De que cambiemos nuestras preocupaciones de las cosas del mundo y nos centremos en vivir “la gracia del apostolado, para suscitar la obediencia de la fe entre todos los gentiles, para gloria de su nombre.” Son momentos de vivir la caridad y los detalles de cariño con los que tenemos cerca. Son momentos de espera y de gracia. Aunque el mundo le niegue nosotros permanecemos fieles. Como me enseñó a rezar mi madre: Jesús, María y José, esté siempre con los tres.