Que todos sean uno como la Trinidad es una. Este deseo del Señor, expresando inmediatamente antes de marcharse hacia el Calvario y entregar su vida por nosotros, es verdaderamente apremiante. Unidad, unidad, unidad. Es un elemento que, cuando falta, rápidamente podemos discernir que el espíritu del mal se ha colado.
De hecho, si te fijas, toda la historia de la salvación es una lucha entre la unión y la desunión. Si decía Romano Guardini que el pecado -todo mal en general- puede ser entendido como un desorden, también podemos decir que la falta de unidad es consecuencia del triunfo del mal. En Adán todos estábamos unidos, como nos ha desarrollado la doctrina católica del pecado original. Pero pecó, provocando la desunión familiar y, a más a más, la de la humanidad. Es lo mismo que se expresa cuando el arca de Noé y, sobre todo, en el episodio de Babel, cuando el pecado del hombre, el querer invadir el espacio divino, el cielo, trae como consecuencia la falta de entendimiento, expresado en las lenguas inentendibles entre sí. Y así podríamos seguir: Abrahán, Moisés, David… todos los grandes profetas que han sido agradables a Dios han unido al pueblo; Caín, el Faraón de Egipto, Salomón, etc., han traído exactamente lo contrario. Así hasta Jesús, que llama otra vez a la unidad en Él y que consumirá la historia recapitulándolo todo en sí.
Por tanto, este tema de la unidad, de la armonía, no es baladí. No es un asunto florero en la historia de la humanidad. Pero, vayamos a lo importante, a lo que podemos hacer: ¿Eres fuente de discordia?, ¿estás peleado con alguien?, ¿tienes que pedir algún perdón? Es momento de restablecer la unidad, de luchar para que la paz de Cristo reine en tu ambiente y en los corazones de los hombres, tan necesitados en estos tiempos de crisis.
Si renunciamos a la armonía del cristiano, la alegría desaparecerá y, con ello, la sal se volverá sosa. Si queremos de verdad a Jesucristo lucharemos, por encima de nuestros egoísmos, por cumplir su deseo: que todos seamos uno. Ojalá vivas la Eucaristía con este espíritu de unidad hoy y siempre. Rezando para que todos creamos, para que todos podamos sacarle una sonrisa al Señor del Amor, al Señor de la unidad.