“El que tenga oídos que oiga”… Estamos en el ecuador del Adviento, y dentro de unos días celebraremos la Navidad.

En esta situación de dolor y enfermedad, estamos preparando la venida de Cristo, y la Escritura nos dice:  “No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel”. Así nos llama “El Señor, tu Dios”. ¿Por qué esa denominación?

Los cristianos  que tienen una visión terrena de la Iglesia, igual que sus enemigos en el fondo, piensan que con su prepotencia y armas humanas pueden someter a los “infieles”. Sin embargo, cuando nos vengan esos pensamientos, hemos de escuchar al Señor, nuestro Dios, que nos dice: “¡gusano! … pequeño ‘mequetrefe”.

No nos hemos enterado de mucho. Nuestra fuerza está recostado en un pesebre, colgado en una cruz. El “mayor de los nacidos de mujer” (san Juan Bautista) viste una piel de camello y come langostas (de las que saltan … no las de banquetes de mar).

Y nos dice el Señor: “Yo soy lento a la cólera y rico en piedad”. Así, ¿quiénes somos para ponernos en el lugar de Dios?.

Pero Dios nos repite: “no temas. Tu redentor es el Santo de Israel. Yo mismo te auxilio para que vean y conozcan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado … No temas, gusanito de Israel”… Ya se trata de un trato íntimo y cariñoso.

Ante tantos ataques a la fe nos podremos  sentir muy pequeños … una oruga; pero una oruga de Dios. Miramos la humillación de María, de Cristo, de los santos y descubrimos la grandeza de Dios … “El que tenga oídos que oiga”.