Los Evangelios de esta semana son una muestra maravillosa de lo que podemos llamar un Jesús desatado. ¡Es una curación tras otra! Y, como veíamos ayer, el rostro compasivo de Dios se muestra de un modo admirable.
Hoy vamos a fijarnos en ese ‘Hijo’ con el que Jesús introduce la verdadera sanación del paralítico, que es la del alma.
Jesús es consciente de que no es un cualquiera, sino que tiene una misión que nace de una paternidad divina sobre nosotros. No llamamos ‘Padre’ a Jesús, sino a la primera persona de la Trinidad, pero lo cierto es que Él nos engendra para la vida junto al Padre y es por eso que en la famosa oración del ‘Señor mío, Jesucristo’, se le invoca también como Padre y redentor. Pero, más allá de disquisiciones teológicas, quedémonos con la ternura que supone llamar ‘hijo’ a quien, sabe Jesús, va a liberar de sus males.
Escuchar eso de la boca de Dios, sabernos sus hijos, debe llenarnos de confianza y de convencimiento de que, ante cualquier adversidad -se llame coronavirus, temporal de nieve o lo que sea- siempre tenemos a todo un Dios que nos llama ‘hijos’ y a cuyos brazos podemos correr.
Por otro lado, el hijo pequeño (que eso somos ante Dios) es el que se fía del padre y no duda. A veces, sí, se revuelve un poco, pero acaba haciendo lo que el padre le indica porque sabe que éste sólo quiere lo mejor para él. Es bueno guardar en el corazón esos momentos en los que, como Abrahán, hemos creído contra toda esperanza humana y, finalmente, Dios se ha abierto paso. ¿Nunca te has quedado atónito ante cómo las cosas se solucionan de una manera providencial? Conserva ese momento y saboréalo, como seguro hicieron el paralítico y sus amigos.
Por último, y aunque a los profetas de lamentaciones hay que hacerles el justo caso, veamos cómo Jesús se impone a ellos y hace el bien pasando por encima de sus objeciones. Jesús tiene un plan para todos nosotros y nada ni nadie se lo va a impedir. De hecho, sólo nosotros podemos hacerlo eligiendo rechazarle. Mirémosle a Él siempre y olvidémonos de quienes, por desgracia, a veces quieren apresar la voluntad de Dios en su pequeño corazón humano, como hicieron estos fariseos ante el Señor.
Reconozco mi filiación de hijo de Dios y cuando uno descubre la fe en Dios, descubre también la dimensión de su promesa: la de entrar en su descanso. Lo cual nos lleva a comprender que el descanso de Dios en la creación no fue el término de la misma, sino el momento de contemplar todo lo creado por amor. El descanso es contemplar lo creado, disfrutar de la presencia y la gracia de Dios.
“ …Feliz culpa que nos hizo merecer tal Redentor…”
“… que ninguna tentación pueda nunca destruir el ardor de la fe y de la caridad que tu Gracia ha encendido en nuestro espíritu…”
Refugio de pecadores , intercede por nosotros
Rafael Pedro, qué alegría leerle de nuevo en la exquisita selección de citas que hasta hace unas semanas nos ha estado regalando. Le echaba de menos! Gracias por retomar esa hermosa tarea.
Somos Hijos de Dios, somos Hermanos con Cristo Jesús, somos Amigos de Dios… tenemos la compañia del Espiritu Santo de continuo,… y cuando somos amigos y hermanos, con aquellos que tenemos al lado, y nos acercamos con ellos a La Trinidad Santa… ¡qué felices somos!
Es muy bueno experimentar estos sentimientos de Jesús en el evangelio: vivir la hermandad, la amistad,la filiación divina, la vida de infancia… y saborear el Pan que recibimos y compartimos en el Banquete Eucarístico.
Gracias a todos por estar ahí unidos en la oración y en el trabajo.
Como deseo compartir el Banquete Eucarístico. Lo hago de aquí espiritualmente, con todo deseo y humildad
Doy grscias a Dios por estar cuidada fisicamente, y sobre todo y mas importante espirituallmente por mi director espiritual
Espero cada noche en mi oración el comentario de don Fernando . El anterior fue don Ignacio