Puede que estemos “hechos polvo” y no pasa nada. Estamos así por las mismas razones que todo el mundo: porque hay cosas que “se te hacen bola”, como esta pandemia; porque hay muchos enfermos; porque hay muchas personas por quien rezar; porque hay muchas personas que sufren y están solas y no llegas a acompañarlos… y cuando ya parecía que no podía pasar nada pues en un accidente, una explosión de gas, mueren entre otros, un sacerdote compañero y un padre de familia joven. Y después te pasan pequeñas cosas sin importancia, pero como ya “llueve sobre mojado” pues uno dice: “pongo un circo y me crecen los enanos”.

Pues en ese preciso instante viene la palabra de Dios. Es decir, si yo tengo hay que predicar del domingo de la palabra de Dios puedo contar un rollo macabeo o contar que a mí Dios me salva con su palabra; y espero que a ti también.

En la primera lectura, Jonás fue a predicar a Nínive, fue porque Dios no le dio otra opción, tenía que ir a predicar al pueblo enemigo. Para los judíos y en la mentalidad antigua, Dios tenía que premiarles a ellos que eran los buenos y castigar a los otros que eran los malos. A Jonás no le hacía ninguna ilusión ir a anunciar algo que pudiera salvar a los malos. Precisamente por esto aparece este relato en la sagrada escritura; porque lo que llama la atención es que los ninivitas siendo tan malos se convirtieron con la predicación de Jonás y los israelitas, a pesar de la predicación de los profetas, a pesar de que una y otra vez Dios les estaba hablando, no cambiaron su conducta, no se convirtieron.

A mí, en estos días, me ha predicado el párroco de la parroquia de la Virgen de la Paloma cuando ayer mismo sin ir más lejos en la televisión contó su experiencia, cómo habiendo podido morir, milagrosamente estaba vivo. Él con su testimonio me ayuda a entender lo que ha vivido y lo que estoy llamado a vivir yo, y creo que lo que estamos llamados a vivir todos. Sentir con qué facilidad se acaba una vida mortal, de qué manera tan fácil se termina esta vida temporal, nos lleva a entender lo que dice San Pablo en la segunda lectura: “el momento es apremiante”. La entrevista terminaba con este sacerdote diciendo: “yo a raíz de esto, le he dicho al Señor que, si había algo que todavía no le hubiera entregado, se lo entrego ya, y que sólo quiero vivir – decía – amando a cada persona concreta que me encuentre”.  Esto es convertirse, para este sacerdote lo que ha vivido ha sido una palabra tan elocuente que le ha cambiado. Eso es lo que quiero que me pase, que a mí también me cambie.

Este es el sentido de este domingo: la palabra es palabra de salvación. Es una palabra que despierta del sueño de la muerte y que te pone en el camino de la vida. Hay dos verbos griegos para hablar de la conversión, uno es metanoein y el otro es epístrefein.

El primero significa “cambiar la mentalidad”. Lo que Jesús dice es que está llegando el Reino de Dios. Tenemos que cambiar no exteriormente, sino debemos ver la vida con los ojos de Dios. La mentalidad de una persona que no ha recibido esta palabra de salvación es pues la mentalidad del mundo: “comamos y bebamos que mañana moriremos” y “cuanto más mejor” y en definitiva esto es “la ley de la selva”. Entonces para qué compadecerme y para qué servir… esto es un engaño terrible porque no da nada, lo quita todo, y al final uno vive defendiéndose de la muerte, porque la muerte es el fin, “game over”, se acabó. Cambiar la mente es descubrir quién soy. Un peregrino en este mundo que no ha llegado aún a la meta. No vivo para permanecer aquí instalado, sino que en este camino encuentro personas a mi lado que son para mí un anticipo del encuentro con Cristo. Aquel con quien un día me encontraré cara a cara, lo encuentro ahora a mi lado; a lo mejor tirado, enfermo; a lo mejor necesitado, extranjero… Despertarme, cambiar la mente, empezar a ver las cosas como son en realidad. Por eso nos anima San Pablo a vivir en este mundo pero sin quedarnos apegados a él, porque “la representación del mundo pasa”. Este mundo es un gran teatro en el que tienes la impresión de que todo es nada, palabras huecas que hoy son noticia y mañana no. Y así, nos llenan la cabeza de cosas absurdas que nos ocupan y nos entretienen. Pero mientras tanto, “tempus fugit, el tiempo pasa.

La otra palabra epistrefein significa “darse la vuelta”, dejar de vivir como si Dios estuviera atrás, a tu espalda y darte la vuelta para descubrirlo delante de ti y presente. Dejar de vivir como si Dios estuviera en el pasado, como si fuera una reliquia. Dejar el llanto y la tristeza, vivir el hoy. Esto es convertirse: cambiar de mentalidad, quitarse la mentalidad del mundo y tener la visión de Dios, la realidad de las cosas, dejar de vivir como si Dios no estuviera o me lo hubiera dejado atrás para vivir de cara a Dios.

Esto es rescatar a los hombres de la muerte. Por eso Jesús a estos que eran pescadores les llama para ser pescadores de hombres es decir rescatadores de hombres, para meterlos en su barca que es la Iglesia.