Ya se nos anuncia una cuarta ola del coronavirus. Apenas comenzamos a ver el final de una ola comenzamos a ver el comienzo de la siguiente y estaos como el naufrago que apenas puede tomar una bocanada de aire mientras se le llenan los pulmones de agua, asfixiándole poco a poco. Más de un año detrás de una mascarilla ya cansa, no poder juntarnos agota. Y no sólo la pandemia, el otro día hablaba con un chaval cansado de vivir y apenas había llegado a los 20 años.

«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».

«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que «Yo soy», y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada»

Si no miramos a lo alto la vida se convierte en una carrera de obstáculos que parece que no llevan a ninguna parte, y eso agota. Apenas hemos acabado de digerir una novedad cuando llega otra, un disgusto y llega el siguiente, una alegría y no la podemos disfrutar pues algo nos interrumpe. Vivir sin trascendencia agota, cansa, aburre, hastía y nos frena.

Nosotros levantamos la mirada al cielo, y entre el cielo y nosotros encontramos al Crucificado, el “Yo soy”, el que es. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que, al igual que desde la zarza ardiendo sin consumirse anuncia la liberación del pueblo de Israel, desde la cruz anuncia la liberación del pecado y de la muerte.

Curiosamente mirar al crucificado no nos crea angustia ni tristeza, todo lo contrario, es descanso del alma, alegría del Espíritu, novedad continua del que todo lo hace nuevo. Esta es una semana para mirar la cruz. Para descansar el ella de todos nuestros cansancios, de nuestras rutinas, de nuestras infidelidades y nuestras amarguras. Mirando al crucificado podremos decir: “Donde Tú estés allí quiero estar yo, dame tu gracia para hacerlo”. La cruz alienta, vivifica, anima, riega el cano y alumbra la oscuridad.

No tengas miedo a mirar la cruz, a abrazar la cruz, a sentir su peso. Sólo unido a la cruz podrás avanzar pues será Otro el que dirija tus pasos del calvario a la Gloria.

María está al pie de la cruz, no te separes de ella, no te canses.