Cuando meditaba este evangelio pensaba en la infinita paciencia que debe tener Dios con nosotros. Él, que hace salir el sol sobre malos y buenos, que manda la lluvia a justos e injustos, tiene que soportar que nosotros seamos los reyes del juicio al prójimo. Si fuera por nosotros, ¿llovería para todos? Creo que, si somos verdaderamente honestos, muchas veces no enviaríamos la lluvia a los injustos.
Pero Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, que disfruten de su amor eterno. Esto es lo más importante y esa infinita bondad le lleva al punto de advertirnos: ¡Hay que amar al enemigo!
Claro está que no podemos entender ese «amar» como un acto sensible, puesto que eso no depende muchas veces de nosotros. Pero sí hemos de tener claro que amar es hacer el bien a la otra persona. Como diría el refranero: haz el bien y no mires a quién.
Además de lo que leemos hoy, hay una frase, en otro momento del Evangelio, que podría entrar en contradicción con el de hoy: cuando Jesús nos dice que no hay amor más grande que el que da la vida por el amigo. Podría entenderse que el amor más grande es el amor al enemigo, a tenor del texto de hoy. Entonces, ¿qué pasa? Pues es muy sencillo: que, para Jesús, no hay enemigos. Son los otros quienes se autoproclaman enemigos de Dios. Pero, en propia esencia, el Señor ama a todas sus criaturas y las llama permanentemente a la vida. Es uno de los grandes dramas de Dios, que crea exponiéndose a ser abandonado e, incluso, a ser tildado como enemigo de los hombres. Es la tarea del diablo, que, por desgracia, ha tenido arraigo en muchas filosofías ateas que hoy están en la base de los pensamientos de muchos de nuestros hermanos, los hombres.
Pero, sabiendo que el mal sólo se vence a base de bien, hemos de insistir, desde esta perspectiva que nos trae hoy Jesús, en el amor al enemigo. Si hemos de luchar para que todos seamos uno, la comunión brille y el mundo pueda volver a clamar «mirad cómo se aman», no tenemos otra opción.
PD- Si no sabes por dónde empezar a amar al enemigo, aquí tienes la solución: ¡reza por él!
Querido hermano:
Jesús nos está llamando a un amor grande, restaurativo, inclusivo; que sepa festejar el encuentro de la vida con otros; que sea alegre en la diversidad y que no mire con rechazo, sospecha, a los diferentes, a los de la otra orilla.
Martin Luther King decía que «hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos». Pero estamos a tiempo de aprender y vivir como hermanos, pues siempre es el momento apropiado para hacer lo correcto.
Disfruta de la fraternidad, alégrate de ella y enriquécete de lo que cada uno y todos te aportan. Nuestro Dios es Uno y Trino; unidad en la diversidad.
Virgen Santísima purifica nuestros labios y nuestros corazones para rezar dignamente tu Santísimo Rosario cada día. Hoy te pido por la paz en el mundo.
Tu hermano en la fe: José Manuel
Se ama cuando se mira desde el amor, cuando se es amable. Se ama cuando se responde al amor del otro.
Se ama cuando se generan en derredor comunidades de amor y nada discordante nos lleva a romper la unidad con los otros. Quizás, sólo se ama cuando dejamos que la mirada de Jesús nos toque el punto donde nuestra autopercepción nos espanta, averguenza, y humilla… ese punto donde sólo la mirada misericordiosa del Padre nos devuelve la dignidad perdida por nuestros pecados, nos rescata y nos permite elevar los ojos del suelo y amar.
Todos los dias, en la oración, en intimidad con Jesús, experimentamos la misma necesidad : pedir perdón, dar gracias, y pedir ayuda… para percibir al otro y ser uno, para no enemistarse con nadie ni ver a nadie como enemigo, para identificarse con humildad y con el sello de la gracia del Espíritu Santo, con aquellos que obran el mal y nos causan dolor.. porque todos por el pecado sembramos maldad y recogemos males. Todos somos pecadores y todos somos amados y rescatados en la Cruz.
El mandato de Jesús » Amaos los unos a los otros» ese amor que sentimos por los hijos nietos ,familiare, amigos, nunca es pecaminoso, es amor limpio natural. Podemos amar a alguna persona por admiración, por su ejemplo de vida, su inteligencia, por verle representante de Cristo. Jamás puede ser amor pecaminoso. Pido a Dios Misericordioso que no deje nunca de amarnos y amemos como Él nos Ama
La Oración es uno de los mejores regalos gratuitos que recibimos. Es bueno que recemos y pidamos al Señor por todos Sus hijos. Que nos proteja , nos perdone con su infinita .Misericordia