Es una pena que hayamos quitado todo su valor a la palabra atracción, convirtiéndola en el término pop de cualquier cosa capaz de seducirnos. Hay dos momentos en el Evangelio en los que el Señor usa el verbo atraer, “cuando el Hijo del hombre sea levantado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”. Y también en el pasaje de hoy, “nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado”. Atracción, palabra salida de los labios del Hijo de Dios. Hace muchos años iba por la quinta avenida de Nueva York con un grupo de jóvenes, íbamos camino de la catedral San Patricio. En esto que noto que el grupo remolonea y se me van quedando atrás. Me vuelvo y le digo a una chica, “venga, que vais pisando huevos”, y me responde indignada, “¿es que acaso no ves los escaparates?, están todos diciendo mírame y entra, mírame y entra, ¿es que no te das cuenta de cómo todo nos atrae?”. Nos reímos porque era una chica muy honesta en sus salidas verbales. Pero en eso se queda muchas veces la atracción, en la fotografía que los jóvenes, y no tan jóvenes, encuentran en Tinder como puerta de entrada de una relación.
Toda la publicidad se ha servido del poder de la seducción fugaz para atraer al comprador en veinte segundos. Pero de esto no va la atracción de Dios por el hombre, Dios no se sirve de estratagemas para captar la atención de sus criaturas. El otro día estuve en un monasterio de monjas clarisas. Las conozco desde hace mucho tiempo. Las novicias tienen cara de susto y las muy mayores parece como si hubieran llegado a un justo equilibrio en la vida. Pregunté a todas si seguían construyendo una vida espiritual, si seguían activas por dentro. La primera que respondió fue una nonagenaria risueña que me dijo que por supuesto, que cada día era una novedad con su Señor. Que una persona tan mayor siga tan activa por dentro denota que el poder de seducción de Dios es más fuerte que el de un perfume o una prenda, se extiende más en el tiempo y otorga serenidad.
No es que nosotros hayamos subido la montaña del conocimiento de Dios y nos hayamos topado con el Maestro en la cúspide. Es que Él ha descendido, y desde nuestra posición no cesa de atraernos a sí. No puedo imaginarme artimañas en Dios, su oficio es oficio de amante, es respetuoso, no tiene prisa, es reiterativo sin ser molesto, es claro pero se oculta, no quiere que nos dejemos vencer, quiere que ganemos. Llama a la puerta y se va, para provocar en el corazón las ganas de buscar su rastro. Así lo explican los santos, así lo cuentan quienes se dejaron atraer por Él.
Querido hermano:
El alimento material que puede asegurar crecimiento, en algún caso, si no tienes cuidado, también te asegura engordar. Pero el alimento espiritual nos asegura la vida eterna.
Jesús nos dice a todos: «El que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre». Esta es la decisión que todos tenemos que tomar: vivir intensamente el presente, lo inmediato, sin mirar más allá; o vivir para siempre.
Si no lo haces todavía, comienza a nutrirte espiritualmente. Jesús termina el Evangelio diciendo: «El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». El pan vivo, la carne de Cristo es la Eucaristía.
Dale valor al encuentro con Cristo en la Eucaristía. Aliméntate de Él. Acógele en tu vida. Contémplale en adoración y conviértete en sagrario del Señor, y vive de la fe de saber que quien come de ese pan vivirá para siempre.
Reza Con Virgen Maria, y con el suscribe, cada día el Santo Rosario. Pide por la Paz en el Mundo. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Cuando la atracción de lo mundano es fuerte, volvemos los ojos a Dios, nos dejamos atraer por el sagrario ,y experimentamos lo bien que se está con Él…aunque seguirle cuesta, y nuestra naturaleza herida por el pecado pone resistencia y se parapeta detrás de excusas de lo más variadas.
Nos parece que estamos muy lejos del encuentro, de esa unión plena divina, y nos parece que el mundo está muy ciego y sordo, muy insensible…pero son los tiempos suyos, no los nuestros.
No puede haber atracción más intensa, unión más perfecta que la de la Santísima Trinidad en el cielo y en la tierra.
En este mes de mayo, la Madre nos habla de esa atracción que no pasa.
AYAYY, LO + GRAVE ES Q SE JUSTIFICA EL PECADO=A POSIBLE CONDENACION, PILASS!!