«Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros». Esta rotunda expresión impacta en el corazón de los destinatarios del primer Concilio… y en cuantos seguimos leyendo la Escritura y encontramos este relato. Sólo con una fe firme, joven, fiel y segura pueden hacerse afirmaciones de este calibre.
El nacimiento de la Iglesia y sus primeras dificultades están llenas de la acción divina del Paráclito que acompaña los mil avatares que nos narran los Hechos de los apóstoles. De un modo increíblemente visible, la acción divina acompañó esos primeros momentos, tan cruciales, en que el nuevo pueblo de Dios debía emprender la tarea de llevar el Evangelio a los confines del mundo, desarrollando una doctrina y unas costumbres inéditas. La referencia al judaísmo como esquema moral se descartó pronto por no llegar a la altura de la nueva vocación. Tampoco el paganismo servía para mucho. Los cristianos, provenientes de esos dos mundos religiosos y conceptuales, contaron con ayuda especial de la gracia para roturar un campo -el de la santidad cristiana- que nadie había sembrado aún.
El corazón de la novedad la encontramos en el evangelio de hoy: la relación de amistad con Dios explota por completo el modo de relación propio de un judío y un pagano con la divinidad. Ninguno de ellos afirmaría que el camino es la amistad con Dios. A Él se le escucha y obedece, o bien se le aplaca. Pero no es mi amigo.
Cristo mismo dice que esa amistad no nace de nosotros, sino de Él. De este modo, apareció una novedad completa en la historia de las religiones: no sólo que Dios se encarne plenamente (no sólo toma forma de hombre, sino que es completamente humano), sino que ese camino de la encarnación persigue un trato cercano e íntimo con el hombre, a quien elige según un amor de amistad.
Queridos hermanos:
Jesús nos dice: «Vosotros sois mis amigos y hacéis lo que Yo os mando» y, al final del Evangelio, revela el contenido de qué nos manda: «Que os améis unos a otros», que viváis como hermanos. La fe solo es posible vivirla unidos a Cristo, en escucha y seguimiento a lo que Él nos dice.
Todo se resume en: amaos, que concretado es escuchar a quien necesita desahogo; tomarnos tiempo para caminar junto al triste, al abatido; es disculpar a quien se equivoca; perdonar a quien nos ha ofendido.
Recuerda también que el desencuentro y la amargura no siempre están basados en la realidad, sino en cómo la percibimos. Amar es apostar por reconstruir, restaurar, recomenzar, resucitar.
Jesús también nos dice que no nos llama «siervos», sino «amigos», por varias razones: «Porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» y porque: «Soy Yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure».
El encuentro con el amor de Dios en la amistad con Cristo es posible. En primer lugar en los sacramentos, especialmente, en la Eucaristía y en la Reconciliación. Jesús siempre nos perdona.
Reza con la Virgen Maria cada día el Santo Rosario. Pide que interceda a Jesucristo por todos nosotros pecadores. Y por la Paz en el Mundo. Tu hermano en la fe José Manuel.
Señor, de Tu mano me siento tranquilo, si hay algo que puede herirme recurro a Ti. Tu Eres Amor. Con la Oración que nos dejaste, calma nuestro espíritu. Quiero segui aferrado a Tu mano. Señor, hasta llegar a Tu Luz
PAG. Q RESPETA LA OPINION??? NO BORREN MIS COMENTARIOS, O SERA Q MANIPULAN Y ENGAÑAN AL ESPIRITU SANTO TAMBIEN, JAJA!! ⛪OPRESORA, PARALITICA Y SIN FRUTOS!!!! 99.9%DE INCREDULIDAD
Paloma, cómo no van a borrar tus comentarios llenos de ira y faltos de amor… siempre igual…
Albert, lo q expresas es lo q hay en tu CORAZON, la VERDAD DUELE!! Daras cuenta!!!! Jajaja
Señor Tu Palabra es Verdad, nunca decepciona . Es triste hacerlo de algún semejante. No soy nada Señor. Soy pecador. Me arrepiento Dios Mío, Perdoname