El pobre Jananías acaba muerto por no ser profeta del Señor. Y eso que había profetizado calamidades, algo extraño en falsos y halagadores profetas, dados a complacer los regios y poderosos oídos temerosos de negros futuros que acaben con su poder, su lujo y comodidad.
Ojo al dato: las peores falsas profecías son aquellas que más imitan a las verdaderas, de igual modo que la copia más dañina de La Gioconda es precisamente la que apenas se distingue del original y puede acabar en el Louvre sustituida por las cirujanas manos de Ethan Hunt.
Sólo un ojo súper experto en el polímata florentino descubriría el cambiazo. Y sólo un verdadero profeta y aquél que conoce las características de la gracia profética sabría conducir a los reyes y los pueblos en pos de la voluntad divina, no al callejón de la idolatría.
Por eso pedimos en el salmo ser instruídos por el Señor. Como todo en la vida, la instrucción es importante. Estos días de verano aprovecha a coger lecturas que amplíen tu conocimiento de Dios, de los entresijos de la vida interior, de la experiencia de santidad. Sólo en comunión con esta gran tradición de santidad profética podremos adquirir la experiencia suficiente para que no nos den el cambiazo, y no acabar dando carta de veracidad a cualquier noticia sobre Dios o la Iglesia que corra por las redes sociales y blogs publicada por auténticos Jananías.
Me mandaron el otro día un mensaje que rezaba así: «La lectura aleja de nosotros tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la ignorancia. «¡Señor, instrúyeme en tus leyes!». Se trata del alimento del alma, del espíritu y del intelecto, que constituye la primera parte de la eucaristía, la Liturgia de la Palabra; se ha de complementar con la Liturgia del Pan, multiplicado para alimentar el cuerpo y glorificarlo con la previas palabras de vida eterna de las que se ha nutrido.
San Alfonso María de Ligorio es uno de estos santos que abren caminos de santidad, que traen aires nuevos en su época y, al mismo tiempo, siguen iluminando épocas futuras, como la nuestra. «Las glorias de María» es una de sus obras más conocidas.
Si no tienes ideas de qué podrías leer, aquí encontrarás un elenco bueno de un pastor español.
Gracias por el consejo. Buscaré ese libro de San Alfonso María de Ligorio «Las Glorias de María»
Lo he buscado en Sadda, es pueblo que tenemos más cerca y no lo tienen y no me lo pueden pedir. Esperaré a Mádrid