Nos han enseñado a que saber estar significa aprender una cualidad imprescindible para la vida: hacer el uso correcto del vocabulario, comportarse debidamente en público, saber dar conversación adecuada a quien tenemos enfrente. Porque no es lo mismo que el Papa hable con el patriarca de todas las Rusias que con un hincha del San Lorenzo de Almagro. Parece que saber estar es una derivada del protocolo. En el caso del Evangelio de hoy, daría la impresión de que el Señor reprocha a Marta una atención indebida a las cosas de la casa cuando el huésped ya ha tomado asiento, y María en cambio es una joven bien educada que, como buena anfitriona, sabe dar conversación. No. El saber estar es algo mucho más amplio, y está lejos de la etiqueta.

El ser humano no sabrá estar jamás en la tierra si no empieza sus itinerarios desde su interior, donde calladamente Dios habita. Si no hay un despliegue de atención hacia el huésped que nos acompaña, iremos echando la vida a perder. Lo dijo ya el Señor, el que no recoge conmigo, desparrama. Que no es un asunto de ponerse a escuchar a Dios enfrentado al servicio de Marta, es que sin la conciencia de su presencia no sabemos vivir. Me lo dijo un joven recientemente. Le llevaba en coche a su casa. En líneas generales le va bien, ha sido un buen estudiante y tiene un trabajo del que vive holgadamente. Como lo conozco, observo en él un rictus de tristeza que apenas alcanza a disimular. Cuando llegamos al portal de su casa me dio las gracias y me dijo, la verdad es que sé lo que necesito para vivir, pero no sé lo que quiero en la vida. Parece un galimatías de frase, pero es cristalina. Tiene de todo, una chica amorosa, trabajo, casa, pero no sabe a dónde le conduce todo eso. Se hace una pregunta mayor, no quiere otro trabajo ni otra chica, quiere saber hacia dónde va lo que ha elegido. Y de eso va la escucha de María a los pies del Señor, con Él hay respuestas concretas a las preguntas universales.

¿Marta? Marta no es el paradigma del servicio desinteresado, como se suele interpretar casi canónicamente pero con poco tino, sino de quien se hace la vida desde sí y para sí. En inglés se dice mejor: el self made man/woman. Esa forma de estar en el mundo sólo genera desestabilidad, porque nadie puede hacerse a sí mismo. Es imposible. La niña que busca ser hiper-perfecta en los estudios, no logrará encajar su debilidad; quien busca la limpieza perfecta se desesperará de impotencia; quien no sabe que Cristo pone sosiego y orden en las prioridades, llegará muerto a su propia muerte.

Ahí está el reproche del Señor a la pobre Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas. En traducción simultánea, no me miras, no cuentas conmigo, ¿no sabes que soy la paz?