¡Pobre Moisés! Le encontramos con demasiada frecuencia entre la espada y la pared: los egipcios, que quieren matarle; los israelitas que se sublevan con él y contra el Señor; y al Señor también le tienta mandar a su pueblo elegido a freír espárragos (la lectura de hoy). Y el pobre Moisés, a intentar como buena madre a mediar constantemente para poner un poco de paz en corazones humanos y divinos soliviantados… Vaya carga pesada…
No menor que la carga de Cristo. Al menos, en su caso, descartamos la ira del Padre, aunque al Hijo le dan varios arrebatos de mandar a freír espárragos a lo tarugos que no pillan las indirectas… ni las directas. Al evangelio de hoy me remito: se percibe un hartazgo del Señor manifestado en la contundencia con que pone a Moisés como testigo de lo que hace, lanzando una pregunta retórica a modo de bofetón ante unos judíos que están viendo los signos de salvación que hace el Mesías y, en vez de responder con la fe, son como el repelente niño Vicente que a todo le pone pegas.
Advertencia del Señor: ojito con la vana-gloria, que a ese niño podemos llevarlo muy dentro de nuestra vida. Todo para la gloria De Dios. Y, en su caso, «todo» es «todo». Sin imágenes o simbolismos…
Querido hermano:
Dar fruto es crecer sabiendo, además, que la entrega generosa y con excelencia es donde encontraremos la felicidad. ¿Te entregas en la vida y a los demás de forma generosa y excelente?
No te conformes con la mediocridad, con las cosas a medias, con ir tirando. Has sido creado para dar lo mejor, para producir frutos de buenas obras, para que tu vida sea útil para muchos o, al menos, para algunos.
Seguro que en tu vida has sufrido desencantos, fracasos; pensabas que era por ahí y descubriste que no; confiaste en alguien y terminó por decepcionarte; pensabas que lo sabías todo, lo tenías muy seguro, pero resultó ser falso.
Si quieres dar el ciento por uno en tu vida, con tus límites y dificultades, cuenta con Jesús, Dios lo ha convertido en piedra angular. Pero la cuestión es que tú lo declares piedra angular en tu vida.
En Él encontrarás sentido, fortaleza, por eso, habla con Él cada día y escúchale. Él no ha venido a quitarte nada, sino a dártelo todo, a asegurar que cumplas el plan para el que fuiste creado.
Si Dios envió a su único Hijo para restaurarte, es porque vales mucho, porque eres precioso, preciosa; no lo olvides. Reza cada día el Santo Rosario. Tu hermano en la fe: José Manuel
La paciencia de Dios … ¡Bendita paciencia!