PRIMERA LECTURA
Tras el castigo, Dios se ha apiadado, y ahora veo a mi hijo.
Lectura del libro de Tobías 11, 5-18
En aquellos días, Ana estaba sentada, con la mirada puesta en el camino por donde debía volver su hijo. Cuando lo divisó de lejos, dijo al padre:
«Mira, ahí llega tu hijo con el hombre que lo acompañaba».
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a su padre:
«Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las manchas blancas se contraigan y se desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz».
Ana acudió corriendo y se abrazó al cuello de su hijo, mientras decía:
«Ya te he visto, hijo. Ya puedo morir».
Y rompió a llorar.
Tobit se levantó y, tropezando, atravesó la puerta del patio. Tobías corrió hasta él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, lo tomó de la mano y le dijo:
«Ánimo, padre!».
Tomó el remedio y se lo aplicó. Luego, con ambas manos, le quitó como unas pielecillas de los ojos. Tobit se echó al cuello de su hijo y gritó entre lágrimas:
«Te veo, hijo, luz de mis ojos».
Y añadió:
«Bendito sea Dios y bendito sea su gran nombre; benditos todos sus santos ángeles.
Que su gran nombre nos proteja. Bendito por siempre todos los ángeles. Tras el castigo se ha apiadado, y ahora veo a mi hijo Tobías».
Tobías entró en casa lleno de gozo y alabando a Dios con voz potente. Después contó a su padre lo bien que le había ido en el viaje: traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel. Y agregó:
«Estará a punto de llegar, casi a la puerta de Nínive».
Tobit, alegre y alabando a Dios, salió hacia las puertas de Nínive, al encuentro de su nuera. La gente de Nínive quedaba estupefacta al verlo caminar con paso firme y sin ayuda de nadie. Él proclamaba ante ellos que Dios, en su misericordia, le había devuelto la vista.
Cuando se encontró con Sara, la mujer de su hijo, lea bendijo con estas palabras:
«¡Bienvenida seas, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído a nuestra casa. Que él bendiga a tu padre, a mi hijo y a ti hija mía. Entra en esta tu casa con salud, bendición y alegría. Entra, hija».
Aquel fue un día de fiesta para todos los judíos de Nínive.
Palabra de Dios.
Sal 145, 1b-2. 6c-7. 8-9a. 9bc-10
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R.
El Señor, mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
Aleluya Cf. Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
El que me ama guardará mi palabra – dice el Señor -,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.
EVANGELIO
¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 35-37
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
«¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice:
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”.
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto.
Palabra del Señor.
El Evangelio de hoy subraya la superioridad de Jesús ante David y ante cualquiera. Jesús que se encontraba en el templo con grupos y personas relevantes del judaísmo les pregunta: «¿Cómo dicen los letrados que el Mesías es hijo de David?». Ser descendiente de David era un honor.
Jesús hace referencia al Salmo 110 para indicar que es mayor que David y que también es Señor: «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
Jesús no niega que Él, el Mesías, descienda de David, pero deja entender que dicha afirmación es incompleta, pues su figura no es la de un simple rey terreno, político, con el que el pueblo pueda recobrar sus derechos y prestigios.
En la Segunda de Samuel, capítulo 7, el Señor dice refiriéndose a David: «Seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Reza cada día conmigo a las 19:00.Pm el Santo Rosario en Radio María. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Querido Hermano.
En la actualidad, hay muchos que reclaman nuestra atención, nuestro interés, pero te recuerdo que nuestra vida solo puede estar edificada en el Rey de Reyes y Señor de Señores; en Jesucristo, porque Él mismo nos dice: «Cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Pedro ante el Sanedrín también declara: «Él es la piedra rechazada por los constructores, […] que se ha convertido en piedra angular. Nadie más que Él puede salvarnos, pues solo a través de Él nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra».
Pon tu confianza en Cristo, edifica tu esperanza en Él, dialoga con Él cada día, comparte con Él tus proyectos, ilusiones y dificultades. Te aseguro que nunca nada te faltará. A Él, y solo a Él, le damos la gloria, el honor y el poder, por los siglos de los siglos…
Reza cada día conmigo a las 19:00.Pm el Santo Rosario en Radio María. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Señor te doy gracias porque nunca m dejas sola en la tristeza y en la desesperanza mandas y envías a tus ángeles en forma de seres que q me confortan y guían y aconsejan cuando tantas veces mi vista se nubla ante tanta dificultad gracias Señot
Porque hemos pecado, podemos recibir el Perdón de Dios, podemos reconocer como el Perdón salva y trae la Paz.
Porque Tobit había perdido la vista, pudo recuperarla gracias a Rafael, el Ángel de Dios.
Porque el rey David se reconoce siervo de Jesús, podemos entender la alabanza que proclama el Salmo 110: «Dijo el Señor a mi Señor…»
Demos gracias a Dios porque somos pobres y humildes, pues seremos hartos de cuantos bienes proceden del mismo Dios. Confiemos y oremos como hijos con su Madre y su Padre.