Hay, a veces, en el Evangelio pasajes más oscuros, o de difícil interpretación. Nuestra madre la Iglesia en estos casos, como madre que tiene el favor de Dios para desentrañar las Escrituras acude en nuestra ayuda y nos aclara aquellos puntos algo oscuros, que escaparse a nuestra mente.
El misterio de la Encarnación, cuando el Señor nos habla de la Santísima Trinidad y algún aspecto más, pueden quedar en cierto modo velados, pero en general todo resulta sencillo. Todo se entiende si hay fe. Aunque en esto de la fe quizá conviene recordar dos aspectos: el primero y principal que la fe es un don de Dios y, por tanto, cabe la actitud por nuestra parte de agradecimiento si la tenemos, y de petición si notamos que nos falta; pero en segundo lugar, hay también que recordar que, junto al don, la fe es una virtud y que, como todas las virtudes, pueden crecer o disminuir según nosotros realicemos actos que vayan consolidando esta virtud o que, por el contrario, si no realizamos actos encaminados al crecimiento de la virtud, aquella vaya menguando e incluso desaparezca. Esto sucede en todas las virtudes y, por tanto también en la virtud de la fe.
No es cierto del todo esa expresión que en ocasiones utilizamos: “ha perdido la fe”. Como si la fe de pronto al levantarse por la mañana uno no acabara de encontrarla: “no sé donde dejé la fe”. Dicho de modo más positivo: la fe es aquel don y virtud que, precisamente por esa repetición de actos de fe, nos va llevando a tener “cada vez más fe”, de modo que uno, poco a poco, va entendiendo mejor las cosas de Dios; va dándose cuenta de la conveniencia de ir abandonándose cada vez más en manos de Dios; empieza a comprender que aquello que “nunca” entendió y algo que ya hacía mucho tiempo que había sucedido, de pronto, una tarde, empieza a percibir que sí: ahora, lo capta en toda su dimensión, y ve que aquel acontecimiento le ha servido mucho para su madurez humana, para su humildad, para su comprensión ante las penas o alegrías de los demás.
Tan importante es acrecentar la fe que debe de haber un momento que vivamos de fe. No hemos dicho un momento en que “no perdamos la fe”, sino “vivir” de fe. La fe es el alimento, la vida del alma, lo que da fortaleza, seguridad, entereza, alegría, sentido a la vida, ganas de vivir hasta el encuentro con nuestro Padre Dios.
Todo esto viene a propósito de una frase que nos dice el Señor: “no tengáis miedo a los hombres” y, un poquito más adelante, insiste de modo parecido: “no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”.
Hemos de fundamentara mejor el “no-miedo”, es decir, la seguridad, la entereza, la alegría, el vivir sonriendo a la vida y el no tener miedo a nada ni a nadie, que la fe.
La Virgen María llevó hasta las últimas consecuencias las palabras de su Hijo: “el que crea en mí (fe) vivirá para siempre (felicidad eterna junto a Dios)”.
María, Madre de Gracia Madre de Misericordia, defiende me del enemigo y amparame, Señora, ahora y en la hora de la muerte.
Oración que de pequeña aprendí con mi padre y te rezo cada dia. Madre querida
Gloria a tí señor Jesús
Querido hermano:
De lo que Jesús nos alerta en el Evangelio de hoy: es que tengamos cuidado de lo que, o de quienes, pueden matar nuestra alma. El cuerpo es pasajero, caduco, y cuando uno vive por ideales grandes y buenos por los que entregar la vida, no debemos temer el riesgo de perder nuestra vida. El problema es cuando perdemos la vida en experiencias o metas que nos desgastan, que nos quitan la alegría; no es lo mismo entregar la vida que desperdiciarla.
Si buscas una religión para sentirte cómodo, realmente no te recomiendo que seas cristiano. No olvides que para amar lo que Cristo ama hay que hacer lo que Cristo hizo: entregarse por los hermanos y amar, amar hasta el extremo, entregar la vida.
No tengas miedo de perder la vida por el Evangelio, ten miedo de desperdiciarla en experiencias pasajeras. Sé valiente. Reza Cada día el Santo Rosario. Pide por la Paz en el Mundo, ora por mi, y por el Mundo entero. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Gracias comentarista 8. Tu comentario me ha ayudado en fortalecer mi fe y me ha aclarado algunas dudas. Dios te bendiga.
Dios nos ama.