Las parábolas de hoy referidas al Reino de Dios y su desarrollo en la historia, me producen un gran sosiego interior. Por una parte se nos habla de semillas, es decir, de algo que está en potencia de germinar. Contiene en su interior una gran posibilidad de vida aun cuando no se ha desarrollado. Sin embargo, está llamada a crecer y producir fruto. Además el fruto es muy superior a la semilla. De algo minúsculo surge una espiga o, en desproporción aún mayor, un árbol.
La potencia vital la posee la semilla misma. Y Jesús, en su enseñanza nos dice que no deja de crecer aun cuando no sepamos cómo ni tengamos conciencia de sus progresos. Mientras la semilla permanece oculta, bajo tierra, podemos esperar que pase algo, pero no vemos su lento desarrollarse. Un día, sin embargo, un tallo incipiente rompe la corteza de la tierra y saluda al mundo. Y aún entonces no ha alcanzado su pleno desarrollo.
La Iglesia nos enseña que la redención ya se ha realizado. Ciertamente no vemos en toda su plenitud el triunfo de Jesucristo sobre el mal y el pecado. Sin embargo ya tenemos la certeza de que el Señor nos ha salvado y que estamos llamados a contemplarlo un día cara a cara en el cielo. Y lo que hemos experimentado nos da fuerza para seguir en la carrera de la vida cristiana aún en medio de grandes dificultades.
Por eso las parábola de hoy me producen una gran tranquilidad de espíritu. Dios no deja de trabajar a favor nuestro, por la instauración de su Reino, aunque en ocasiones su acción permanezca oculta a nuestros ojos. Y, me gusta también pensar que lo que Jesús anuncia para el Reino se realiza también, aunque sea en menor escala, con tantas iniciativas apostólicas y también en nuestro propio progreso espiritual. Muchas veces quizás nos parece que no sucede nada, que andamos como estancados. Lo mismo pasa con las semillas en el invierno, que no sólo permanecen bajo tierra sino que, incluso, a veces están en campos recubiertos de nieve. Pero un buen día el sol la funde y la tierra se sonríe con el florecer de los campos. La vida ya estaba allí, pero hubo que esperar al tiempo oportuno.
Por eso las parábolas de hoy nos producen consuelo y fortalecen nuestra esperanza. Podríamos tener prisa, pero hay que tener confianza. Un salmo dice que el Guardián de Israel siempre vigila. La esperanza es una virtud que nos ayuda a mantener siempre la tensión fiados de Dios, que nunca defrauda. Su gracia opera en la historia y se abre camino de la manera más inesperada. Lo vemos en muchas cosas concretas y un día lo contemplaremos en plenitud.
Buenos días.
Le agradezco de forma muy especial el pensamiento de hoy:» El Reino crece aunque yo no lo vea», no es titular de prensa. Yo solo percibo que el mal triunfa a través de las múltiples noticias que ocupan titulares. Es magnífico este mirar a través de la fe y a la vez de la certeza en la promesa de Jesús.
Un saludo cordial.
Julia.
P.D. El comentario aparece duplicado
Julia, los medios de comunicación muestran una realidad sesgada y negativa, el mundo no es como muestran los medios de comunicación. En los medios nunca sale “ayer en la cafetería XXX el camarero dio comida a una persona sin recursos que entró”, “ayer el vecino del cuarto dio un fuerte abrazo al del tercero cuando le dijeron esa buena noticia que tanto necesitaba”, “ayer Luis y Alberto se perdonaron por esa bronca que hizo que no se hablaran durante tanto tiempo…” y eso es lo que yo viví ayer. Y si prestamos un poco de atención a nuestro alrededor y sabemos quitar el ruido, veremos mucho más bien que mal a nuestro alrededor. El problema es que el mal “llama más la atención” (aparte que para los medios conviene más porque convierten al individuo en más manipulable gracias al miedo). Las cosas de Dios nunca se han manifestado por lo grandioso o espectacular. Siempre se han dado en lo humilde, en lo sencillo. Ahí tenemos el nacimiento de Jesús que fue en un pesebre, no en un palacio como “cabría esperar” del Hijo de Dios. Y el Reino crece de esta manera y muchas más. Con cada acto, cada gesto, cada intención de cada persona que desea al día siguiente superar ese pecado, pedir perdón, atreverse a prestar esa ayuda que tanto le cuesta… sólo en esa intención ya está Dios actuando en el corazón y el Reino lentamente creciendo.
Gracias por el comentario padre.
Un saludo
Muchas gracias, Cesar.
Pondré mas atención en mi «mirar.»