El otro día entraba un niño enfadado en catequesis. Tenía cara de verdadero enfado, ceño fruncido, el labio de abajo hacia adelante, mirada baja y se dejaba medio arrastrar por su madre. ¿Por qué estás enfadado?, le pregunté. Y me respondió: “No sé”. “Sí, hombre, lo sabrás, uno no se enfada por nada” “No sé” volvió a responder. “Pues si no lo sabes tú desenfádate ya” “No sé” Volvió a responder y entró enfadado en catequesis. La madre se medio sonreía, luego me dijo que era una tontería por un juguete y que tenía que estar enfadado, pero hasta a él contarlo en alto le debía dar vergüenza de la cosa tan nimia que era.
¨ ¡No sé por qué Dios me trata así! ¨Es una queja frecuente que escuchamos ante una mala racha, una enfermedad o simplemente un suspenso en esa asignatura de matemáticas que no habías estudiado. Es la vieja táctica de echarle la culpa a otro para descargar nuestra responsabilidad o querer explicar algo que no sabemos sus causas, si es que las tienen. Y nos instalamos en el “no sabemos”. Incluso, es más, nos enfadamos con Dios y dejamos de hablarle, dejamos de hacer oración, de ir a Misa y nos quedamos tan contentos, hemos encontrado al culpable y tenemos que castigarle. Dios, ya le ha pasado antes, ha sido declarado culpable y sentenciado. Y como el niño pequeño nos quedamos encerrados en decir: ¨ ¡No sé por qué Dios me trata así! ¨
Si crees que Dios te ha hecho alguna faena no seas tonto, no le niegues el saludo. Ponte delante de Dios, haz oración, y pregúntale, pídele explicaciones. ¿Por qué me has mandado esta enfermedad? ¿Por qué te has llevado a este ser querido? ¿Por qué suspendo matemáticas? ¿Por qué nunca se acaba la cumbre climática dichosa? Si dejas que Dios se explique, que te hable en el fondo del alma, tal vez escuches su respuesta: Yo no te he mandado una enfermedad, pero no he dejado de estar a tu lado en tu debilidad. Yo no me he llevado a tu ser querido, lo he salvado para que un día lo recuperes. Yo no te he puesto el examen de matemáticas, pero te insinuaba bajito al oído que deberías estudiar cada vez que encendías la Play. La cumbre del clima no acaba nunca porque ni Yo entiendo para qué sirve. Haz oración y descubre a Dios que no quiere amargarte la vida, sino que viene a salvarte. Alégrate de tener fe y poder hablar con Dios, no le cierres tu corazón ni le niegues el saludo, te perderías lo mejor de Dios.
Y ves a Misa, pero ve a Misa de verdad. No vayas por cumplir o por ver si tienes alguna revelación particular. Ves a Misa y contempla el misterio de la muerte y la resurrección de Cristo que se actualiza en el altar. Date cuenta que Jesús es el único que ante la muerte del inocente pudo decir: ¡perdónales porque no saben lo que hacen! Métete en el misterio de la cruz y descubrirás lo que sí sabes: Que Dios te ama con locura, hasta el extremo, que no quiere que ninguno de los suyos se pierda y no se dedica a castigarte con una gripe, aunque a veces nos poda para que descubramos lo importante, al único que realmente importa.
Ya estamos colocando los belenes y los nacimientos. Cuando el 24 por la noche coloques el pesebre (no lo coloque antes, ¡eh!), piensa que ese Niño es el mismo que pende en la cruz por nosotros, y con la cercanía de José y de María no llora de desconsuelo sino que ríe pensando en que nos está abriendo las puertas del cielo.
Ante un enfermo de cáncer terminal, nos comentaba hace unos días, le decía un amigo que tuviera ánimo, a lo que este apostillaba que lo que necesitaba es que le dijera que tuviera fe. Hoy tengo yo un familiar en eta situación y el comentario del evangelio de hoy lo voy a utilizar para aleccionarle cuando me pregunta el porqué Dios me manda esta enfermedad a la que solo una cirugía de alto riesgo es humanamente su única solución de supervivencia, que se fije en Jesús que asumió la muerte y muerte en la cruz por salvarnos y que acepte su voluntad, poniendo en práctica los medios que la providencia le muestra en esa intervención.
Ante situaciones difíciles y que nos sobrepasan…Señor acuérdate de mí ! No le pidamos explicaciones.
En el evangelio de hoy, vemos como no preguntan por la verdad ni por la razón que le llevó a Jesús a expulsar los demonios. Preguntan de dónde le viene la autoridad. Piensan que Jesús tiene que rendirles cuenta. Piensan que tienen derecho a controlarlo todo, por eso tenemos que ponernos en sus manos y pedirle al Padre que en nuestra vida, que es suya, se haga su voluntad.
A Dios nunca se le pide aplicaciones de «Por que?, sino, «Para qué? y en la intimidad de la oracion nos muestra el sentido de lo que nosotros no podemos ver. Es un camino dificil, pero es asi que vamos ganando en la fe.