Es bien cierto que “quien toma el arado y mira hacia atrás no vale para el Reino de Dios.” También es cierto que sólo somos dueños de nuestro presente, el pasado ya pasó, el futuro llegará. El momento más importante de mi vida es ahora, en el que puedo decir sí o no a la voluntad de Dios. Del futuro sólo puedo esperar y pedirle al Señor que sea fiel. Del pasado sólo puedo dar gracias, pedir perdón y aprender. Pero eso no significa que no tengamos que mirar el futuro con esperanza y el pasado con agradecimiento pues, haya sido como haya sido, ahora estoy leyendo este comentario al Evangelio del día.

17 de diciembre. La liturgia va tomando un carácter más navideño y hoy escuchamos la retahíla de nombres de la genealogía de Jesús por la rama de José. No quiero saber cómo sonará en la boca de algún sacerdote tartamudo, pero a todos se nos traba un poco la lengua con tanto nombre extraño. Nombres e historias que poco podían sospechar que estaban en el plan de salvación de Dios para todos los hombres. Nombres conocidos por todos como Abrahán, Isaac, David o Salomón o mas ocultos como Asaf o Salmón. Los hay buenos y menos buenos, santos y pecadores. Por eso preparando estos días en que la familia toma tanta relevancia viene bien que, en esta ocasión, miremos hacia atrás. Sin duda este año nos acordaremos muchos en mi casa de mi madre, que falleció hace menso de dos meses, los hará el día de Navidad. Y junto a ella mi padre que tomó la delantera hace cinco años en su carrera hacia el cielo, y uno de mis hermanos, y mis tíos, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y así una lista interminable. Cada uno tenemos nuestros antecesores, vivos (y cuidarlos mucho) y difuntos. Y como en cada casa hay de todo los habrá de una manera y de otra, de un carácter y de otro. Pero Dios se sirve hasta del pecado para tejer su historia de salvación. Por ello en primer lugar, agradecimiento: hayan sido como hayan sido nuestros antepasados, haya sido como haya sido nuestro propio pasado, hoy estamos aquí. Dios saca de los males bienes y así nos lo muestra en la historia.

Después petición de perdón. Perdón por nuestros pecados, hacer una buena confesión para acercarnos a Belén y rezar y ofrecer Misas por nuestros parientes, no sea que la soltera tía Enriqueta era muy buena, muy santa pero sólo ha tenido la Misa de su funeral y nadie más se acordó.

Hacia el portal de Belén caminamos en familia, la familia de la tierra y la familia del cielo. Cada cual levará su ofrenda y en ocasiones tendremos que llevar las de alguno más, pero el niño- Dios las acepta encantado. Pon a tu familia bajo el amparo de José y de María, ellos supieron custodiar al Hijo de Dios ¿cómo no van a cuidar bien de sus hijos?