En muchos lugares hay placas conmemorativas de inauguraciones u otros eventos. En ellas, junto al hecho recordado, figura el nombre de algunas personas ilustres relacionadas con aquel hecho o que, en aquel momento, ocupaban un cargo importante. En el Vaticano, incluso en la fachada de la Basílica de san Pedro, encontramos numerosos monumentos en los que se indica el nombre del Papa que encargó aquella obra. En las bodas los testigos firman el acta matrimonial y es un honor y un orgullo para ellos el poder hacerlo. Que el nombre de uno conste en un lugar relevante o aparezca unido a un hecho importante es bonito.
Jesús en el evangelio de hoy nos recuerda que hay algo mucho más hermoso y que, además, siempre es bueno. Jesús nos dice que nuestra alegría ha de ser saber que nuestros nombres están inscritos en el cielo. Si caemos en la cuenta, han sido inscritos allí antes de que nosotros llegáramos. En muchos lugares encontramos piedras o árboles con grabados en los que se dice “fulanito estuvo aquí”. Pero, ¿Quién nos inscribe en el cielo? Es Jesús, y está esperando que nos identifiquemos un día delante de Él.
Después de la misión a la que habían sido enviados los discípulos podían estar muy contentos. Habían expulsado demonios, curado enfermos y, a buen seguro, su predicación había sido un éxito. Tenían miles de anécdotas que referir y podían competir entre ellos comparando sus logros. Jesús no relativiza lo que han hecho, y que ha sido posible por su gracia. Sin embargo, les hace caer en la cuenta de que todo lo que han realizado se ordena a un fin más alto: la salvación de las almas. La salvación de la de cada uno de ellos y la de todos los hombres a los que han anunciado el evangelio. En el cielo nos identificaremos por las obras de caridad; por el amor que hayamos tenido a Dios y a nuestros hermanos. Esa será nuestra credencial. Porque Jesús ha inscrito nuestros nombres con su amor y estamos allí apuntados como adoradores y amantes de Dios.
Jesús indica a continuación, en una acción de gracias, que los misterios del Reino han sido revelados a la gente sencilla. Podemos ver en ellos los que no se glorían de sus obras sino que pueden decir, yo estoy aquí no por méritos propios sino porque alguien me ha invitado. En el cielo entramos todos con la identificación de Jesús. Los apóstoles obraron prodigios por el poder del Señor. Es ese mismo poder el que, a nosotros, nos permite hacer el bien.
Hoy recordamos a san Francisco de Borja. Él había ocupado grandes cargos en el gobierno de España. Era un hombre conocido. Un día, sin embargo, descubrió, que sólo sería feliz sirviendo de todo corazón a Dios. Unió su nombre al de Jesús para colaborar con él en la expansión de su Reino.
“!Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!”
“Te conocía sólo de oídas,ahora te han visto mis ojos”
“ Ver a Dios en la criatura
Ver a Dios hecho mortal
Ver en humano portal…”
“…seremos semejantes a El, porque lo veremos tal cual es “
“ Veante mis ojos,
dulce Jesús bueno…”
“…dichosos los que creen sin haber visto.”
“…aumenta en nosotros tu gracia,
para que, aspirando a tus promesas,
nos hagas participar de los bienes del cielo.”
“…de ti nació la vida, por ti nos vino Dios.”
Causa de nuestra alegría, intercede por nosotros
Entrar en el Cielo con la «identificación de Jesús», los «credenciales de cristiano», la invitación de la Santa Iglesia,…, esa debería ser nuestra aspiración y la guia de ruta. Nuestros nombres escritos en las placas de calles o plazas son como las palabras garabateadas en la arena mojada de las playas con un palo, que sabemos borrará la pleamar.
Equivocamos el camino cuando buscamos el reconocimiento y los honores efímeros y falsos.
Señor te doy gracias por los dones recibidos.Escuche con cariño los Mandamientos de cada día. Son Tu Vida. Nos lo distes TODO e indicas el camino a seguir hasta Tu Tu Reino
Escuchar los Evangelios y cumplir los Mandamientos. Tu lo puedes todo Señor. Danos Tu perdón y Amor
Invadidos por las circunstancias sanitarias, esperamos hoy 03-10-2020, a las 13,00 horas, estar con nuestra nieta ALBA, en su PRIMERA COMUNIÓN. Si no surgen impedimentos.
SALUDOS A LA PARROQUIA.
En nuestra obligación SER JESÚSES Y FORMAR JESÚSES EN ESTE MUNDO, INTERESANTEEE
Que ha pasado en este mundo Señor ?
Este enfriamiento religioso no ha sido en dos días. Desgraciadamente por lo menos en una generación, lo estamos comprobando. No es un toque a las conciencias las catástrofes epidemias, enfermedades…para que nos volvamos y Te Veamos chorreando de sangre en Tu Cruz, Dando Tu Vida por Nosotros???
PUEDES PERDONAR A TU HIJOS, PADRE?
!
Perdoname Dios Mío. Es que ya nací queriendo intervenir en todo y equivoca dome casi siempre? TL vez estuve muy mimada . También por Tí Señor. Quiero en.enmendarme ser humilde y no soberbia. Ayuda.me , soy débil y caigo en los mismos pecados. Pero Te Amo con toda mi alma