Miércoles 7-10-2020, XXVII del Tiempo Ordinario (Lc 11,1-4)
«Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar». Cuando leemos el Evangelio, no podemos caer en la tentación de dar las cosas por supuestas, como si nada nos sorprendiera. Ten cuidado, no vaya a ser que te hayas acostumbrado a la eterna novedad, asombrosa y fascinante, de Dios. Así le gustaba repetir a Benedicto XVI: “Déjate sorprender por Cristo”. Déjate atrapar por sus palabras, por sus gestos, por sus acciones, por sus miradas… Todo en el Evangelio es sorprendente, como si lo leyéramos por primera vez. En el fragmento de hoy, Jesús aparece orando en un lugar apartado y silencioso. Un momento… ¿por qué ora nuestro Señor? ¿Acaso no vive en una permanente comunicación e intimidad con el Padre? ¿No es su vida una continua oración? ¿Cómo es que el Hijo necesita tiempos para hablar con su Padre? ¿Por qué, entonces, consagra tiempos y lugares para rezar?
«Señor, enséñanos a orar». Evidentemente, Cristo no necesitaba orar, al menos en el sentido que lo entendemos nosotros. Él y el Padre están totalmente unidos, son uno en un diálogo infinito y eterno. Pero el Hijo de Dios es también hijo del hombre, y por eso quiso rezar para darnos a nosotros ejemplo. Porque tú y yo sí que necesitamos tiempos para Dios, para dedicarnos exclusivamente a estar con Dios, a hablarle, a escucharle, a contemplarle. En nuestra vida tantas veces ajetreada, llena de ruido y en medio de continuas distracciones, necesitamos pararnos y hacer silencio. Desconectar para reconectar con lo esencial de nuestra vida: Dios. Y esto no se puede hacer en cualquier lugar, ni en cualquier momento. Es más, muchas veces no nos sale. Por eso, Jesús ha querido también hacerse modelo de oración para nosotros. Él buscaba tiempos para Dios: un tiempo concreto, constante, fijo… no cuando “me surja” o “esté motivado”. Y buscaba también lugares de silencio, recogimiento y tranquilidad. Porque no se puede rezar de cualquier modo. Hoy podemos hacer nuestra la petición de los apóstoles, y repetirla muchas veces: «Señor, enséñanos a orar». Esto ya es una preciosa oración.
«Cuando oréis, decid: Padre». Jesús no sólo nos enseña dónde y cuándo tenemos que rezar, sino que también nos muestra cómo debemos hacerlo. Toda nuestra oración se resume en esta palabra: “Padre”. Rezar es dirigirse a un Padre; es más, es caer en la cuenta de que estamos ante nuestro Padre, que nos ama con locura. Más allá de pedir cosas, de contar nuestros problemas, de compartir nuestras alegrías, de pedir perdón, de alabar o dar gracias… es acudir como hijos a los brazos de un Padre. Visto así, rezar no es nada complicado, propio de almas escogidas. Como todos sabemos lo que es ser hijos, todos podemos dirigirnos a nuestro Padre. Con palabras de extraordinaria belleza lo describe santa Teresita del Niño Jesús: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida hacia el cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo que me dilata el alma y me une a Jesús”.
Si nuestro PADRE, lo unico q seguirá exigiendo es no ser TAN IGNORADO Y DESPRECIADO!!!
Para mi es un misterio. Cuando sentímos Amor sabemos que nuestro corazón late se dilata; pero como se dilata el alma? Realmente cuando muramos, el alma es la que va derecha al cara a cara con Dios y su Juicio. Quisiera saber y no sé nada. Solo sí que te Amo con toda el ÁLMA
Hoy es el día de la Virgen del Rosario. Cuando invocamos en las letanías el nombre de María, se le han añadido sobrenombres que llaman al consuelo, al auxilio, a la alegría, como Madre de Dios y Madre nuestra. De ella hemos heredado la apertura de nuestro corazón lleno de confianza hacia Dios, pero ella siempre nos indica un camino para llegar a Él, su Hijo.
Con ella recibimos esa fuerza del Altísimo que nos cubre con su sombra y disipa toda duda, a pesar de que su fuerza desencaje nuestros proyectos. Necesitamos de la mirada de María, para volver sobre los pasos de Jesús.
todo está en el Padrenuestro.¡
“Señor, enséñanos a orar…”
“…me puso en la boca un cántico nuevo…”
“Rezar el santo Rosario … Es el fiel itinerario de una realidad vivida, y quedará entretejida, siguiendo al Cristo gozoso, crucificado y glorioso, en el Rosario, la vida, hasta hacerse luminoso”
“…lleguemos, por su pasión y su cruz, y la intercesión de la bienaventurada Virgen María,a la gloria de la resurrección.”
Nuestra Señora del Rosario, Intercede por nosotros
Me intriga y me desconcierta el porque no tenemos la suficiente conciencia de que la vida humana tiene un sentido mucho más grande que el de simple hecho cubrir las necesidades básicas biológicas ,sociales y poco más ;casi todos dicen que si existe «algo» pero que bastante tienen con sus asuntos; en fin repito pensar porque somos distintos a todo lo demás que existe en la Tierra creo que cambiaría muchísimas cosas y no solo contentarnos con la teoría de la evolución de las especies y además no existe «algo» existe Alguien.
¡Existe.! .. ¡Jesús vive!… y nos muestra su rostro y sonrie en medio de los horrores y los errores humanos, y nos da esperanza y vida. Todos hermanos en Cristo, todos hijos de Dios, todos movidos por el Espíritu Santo y bajo el manto protector de la Virgen… miramos al Cielo y trabajamos por la llegada de su Reino de Salvación.
Nos fijamos en la pobreza material y en las carencias espirituales que tan desdichados hacen también a quienes aparentemente lo tienen todo.
Me gusta mucho el sacerdote en la Eucarestia de estos días de las 12.30. No sé su nacionalidad ¡
Le cuesta aún expresarse en español, pero lo suple con un fervor, que trasmite. También en la Penitencia, te ayuda , con comprensión y dulzura
Que alegría casi el grito …!!!Jesús vive!! Tu nos das ánimos en este mundo tan poco propicio al optimismo
Estoy pasando una crisis de decaimiento. Hacer apostolado familias. . Me siento culpable como si se me hubieran escapado de las manos. Es tan difícil. Son buenas personas y les inquieta y cooperan y ayudan en esta crisis de paro y miseria. Pero han dejado aparcada la parte religiosa y no se las inculcan a sus hijos. Una generación sin tener a Dios como Centro de la vida. No quiero llegar a Tu Juicio Señor con esa pesada carga. Dime que puedo hacer Señor. Ayúdame. Tu lo puedes todo