En mi opinión uno de los puntos débiles de nuestra vivencia de la fe en esta sociedad posmoderna es el testimonio. Es cierto que hoy hablamos mucho de la necesidad de ser testigos, de la importancia que tiene la vivencia profunda de la fe y como esta se contagia, como el entusiasmo de saberse en manos del Señor asombra a los que se cruzan con los verdaderos creyentes. Sin embargo, pese a las magníficas reflexiones al respecto, tal vez, hoy más que nunca, sabemos que declarase cristiano en público parece tarea imposible.
Se nos ha metido en la cabeza esa idea no-cristiana que quiere reducir la fe al ámbito privado. Parece que expresar la fe en público es un fallo en la etiqueta, casi una falta de educación de la que uno debe ser duramente reprendido. Y en muchas ocasiones callamos cobardemente ante los embates, muy educados parece ser, de los enemigos de la fe y de la verdadera libertad. Especialmente en materias como el aborto o la eutanasias, los cristianos hemos sido silenciados, parece incluso que es de intransigentes responder con firmeza al tambor de la tribu que convierte la maternidad en una condena de la que hay que abominar o la ancianidad de algo vergonzante que es mejor hacer desaparecer.
Hoy el Evangelio es claro, el que sea conducido a la palestra pública para defender encontrará las palabras y los gestos para proponer lo que el mismo Cristo nos propone. Pero esto sólo funciona si renegamos de nuestras tibiezas y hacemos verdadera opción por vivir en cristiano. Y es aquí, cuando nos encontramos en la frontera de las dudas dónde toma cuerpo el único pecado imperdonable, el pecado contra el Espíritu que supone el alejamiento voluntario, querido y consciente del poder de Dios. Cuando dudamos de que verdaderamente Dios puede vencer, cuando nos dejamos desesperar por el desaliento, cuando nuestra fe se convierte en arenas movedizas… entonces si tenemos un problema.
Pongámonos manos a la obra, confiemos en Dios, el nos enseñará lo que debemos decir.
De la oración tiene que brotar la apertura a los demás, el diálogo fraterno, el deseo de compartir lo que se tiene… Nos deberia resultar tan natural dar testimonio como respirar. Lo cierto es que si no damos testimonio dejamos de existir. La Iglesia permanece por el testimonio de los que acogen la Palabra y dan voz al Espíritu Santo… Pero quizás hablamos demasiado, entramos en polémicas, como tertulianos de programas de la televisión-basura… mientras nuestras vidas incoherentes no muestran los signos de la fé, de la esperanza y de la caridad.
Damos testimonio cuando cuidamos a los que tenemos mas cerca y acercamos a los que tenemos mas lejos,…., y además no nos callamos ante la injusticia ni la mentira.
Algunos somos mas extrovertidos, conversadores, abiertos a conocer gente… mientras otros son menos expansivos y no se sienten nunca preparados para hablar por una modestia que les bloquea… ¿Qué importa quien lo dice si es Él quien habla por nosotros? ¡No dejemos que nos pueda el demonio mudo ni en la oración ni en la acción!. ¡Qué importantes son los pequeños gestos de los santos de la puerta de al lado!
No hay indiferencia, sino compromiso con las causas de los necesitados y oprimidos. No hay enclaustramiento, sino una defensa valiente del mensaje del evangelio, que es salvación y esperanza para toda la humanidad. Anunciar el Reino es vivir con audacia y sin temor en la presencia de Dios con la fuerza y la gracia del Espíritu. Esta es la creencia de nuestra Iglesia, comunidad de creyentes en Jesús.
“…el Espíritu Santo os enseñará…”
“…Estoy crucificado con Cristo, vivo yo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí…”
“… el que come mi carne y bebe mi sangre , habita en mi y Yo en el…”.
“…Si Cristo fue mi comida,
dejadme ser pan y vino ,
en el lagar y el molino ,
donde me arrancan la vida…”
“…trigo de Dios …pan de Cristo…”
“Ven al Padre “
Madre de todos los hombres, enséñanos a decir Amén.
Soy introvertida. Se sufre más pues tanto las alegrias como las penas te cuestan demostrarlas Lucho por ello, pero es tan difícil cambiar.Soy fiel y constante a la amistad.Le pido Siempre al Espiritu Santo que me Guie y Ayude cada día a aumentar mi Fé, que jamás decaiga mi Amor por la Santisima Trinidad. Y Amor a los amigos y en general al prójimo
No es cuestión de convencer
No importa el qué dirán
es cuestión de contagiar
centrémonos en amar
La COHERENCIA, en lo q SE PIENSA, SE DICE Y SE HACE!!!
Buenisimo comentario, gracias Padre