Hay muchas formas de robar. Hay robos de «guante blanco» que no te enteras del robo hasta que necesitas la cartera y te das cuenta que ha desaparecido de ese bolsillo que parecía inaccesible. Hay robos con violencia que amenazan tu vida, lo ponen todo patas arriba y pueden crearte un trauma para siempre del miedo que pasas. Y hay robos con el estilo del «Butrón». Tu dejas la noche anterior todo ordenado y bien cerrado, al día siguiente abres con tu llave y resulta que te das cuenta que te han robado, han entrado misteriosamente hasta que, detrás de un mueble, encuentras el boquete que han hecho desde el exterior. Ha sido un trabajo preparado desde hace tiempo y desde fuera han ido socavando los muros para colarse en el interior y robarlo todo.

«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa». Ciertamente nadie quiere que le roben, no avisan los ladrones 15 días antes de su llegada, por eso hay que estar muy vigilantes de ruidos raros, grietas o pequeños cambios que nos avisan de que la estructura se está rompiendo, hay que ser «fiel y prudente».

En la Iglesia no podemos dejar que nos abran un boquete. Ciertamente hay veces que nos roban «de guante blanco» y de pronto te das cuenta de cosas que han cambiado, en ocasiones no muy graves pero significativas, como ahora que pareces un delincuente si das la Comunión en la boca. Otras veces nos atacan navajo en mano y con violencia, lo que genera mártires y la Iglesia crece aunque algunos huyan. Pero sin duda alguna lo peor para la Iglesia es cuando abren un boquete, cuando entran de forma sibilina y con nocturnidad y empiezan a romper la unidad. Poco a poco te van robando a Jesucristo, al Espíritu Santo y al mismo Dios Padre y lo van sustituyendo por burdas copias de protagonismos, de exclusividad y de hacer su voluntad en vez de la voluntad de Dios. Por el boquete te cambian el título de «servidor de la gracia de Dios» por el de dueño de la verdad. Hay que tener cuidado con los boquetes y vigilar con cariño que nadie entre a robar el rebaño al Señor.

Nuestra Madre la Virgen es un gran equipo de seguridad, estando ella presente es muy difícil que le ladrón haga un boquete, así los que han roto la Iglesia la han expulsado la primera. No nos abandones.