(N.b.: Celebramos en Madrid capital la solemnidad de San Isidro labrador. Hago el comentario a las lecturas propias de tan gran día, que pongo al final del comentario por si acaso).

Hace 400 años, un 12 de marzo de 1622, fue canonizado el patrón universal del campo, venerado a lo largo y ancho del mundo. Junto a este humilde trabajador en la viña del Señor, fueron elevados al más alto reconocimiento eclesial nuestros compatriotas Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Jesús. ¡Gran día aquél! ¡Grande para la fe y grande para España! Tanto, que metieron a Felipe Neri para disimular un poco…

Hace unas semanas, impartió en mi parroquia espectacular conferencia un gran genealogista sobre la veneración a san Isidro en la familia real española. Sobre todo a partir del establecimiento de la corte en el centro de la península: vivir en Madrid implicaba venerar a su más afamado hijo. Me llamó la atención las veces que llevaron el cuerpo del santo como milagroso remedio a enfermedades que padecieron diversos personajes reales, tanto reyes como infantes. Ciertamente, el cuerpo de san Isidro ha sufrido los avatares de una devoción grande, que le ha visto cambiar de féretro y de ubicación unas cuantas veces en la historia. La última, con motivo de la guerra civil: fue literalmente emparedado para evitar que se perdieran sus restos.

Con motivo de los cuatro siglos de su canonización, en Madrid estamos de fiesta grande. Se unen la sencillez de un laico entregado a labores cotidianas con la grandeza que genera la fe en un corazón dócil, fiel y humilde. La primera lectura identifica el espíritu generoso de caridad por el que se distinguió nuestro protagonista. La segunda lectura viene como anillo al dedo a su figura: el labrador tiene como baluarte de su trabajo el don inmenso de la paciencia y la constancia en el trabajo. Dos virtudes hoy día muy necesarias: ¡hay que aprender a contemplar de nuevo el crecimiento de las plantas! No lo hacen ni a 10 ni a 300 Mg/s… pero ¡lo hacen! Y siempre son bellas, preciosas. Así la fe verdadera: se cultiva pacientemente, como las plantas.

La sabia de la vida cristiana es Cristo mismo: Él en nosotros. Gráficamente queda muy bien explicado en la imagen de la vid y los sarmientos. De este modo comprendemos no sólo nuestra unión personal con Jesús, sino también cómo se configura la Iglesia, que nace de la única vid, pero que tienen infinidad de ramas por las que llega la misma sabia de la santidad a todos sus miembros.

Termino con el prefacio propio de hoy, un auténtico bellezón:

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias, 
Padre santo, siempre y en todo lugar, 
al celebrar la solemnidad 
de san Isidro Labrador,
quien, cultivando la tierra, 
trabajó por el alimento que perdura;
apeteciendo el Pan de Vida, 
compartió su pan con los necesitados; 
unido a la Vid, que es Cristo, 
derramó sobre todo el vino 
del consuelo y de la alegría.

En él nos ha dejado la imagen viva 

de tu Hijo Jesucristo, que se hizo 
pobre para enriquecernos con su pobreza.

Por eso, con los ángeles y santos, 

te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo…

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LECTURAS PROPIAS SAN ISIDRO LABRADOR

PRIMERA LECTURA —Todos pensaban y sentían, lo mismo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles  4, 32-35

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Salmo 1. Respuesta: «Su gozo es la ley del Señor».

SEGUNDA LECTURA — El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra

Lectura de la carta del apóstol Santiago  5, 7-8. 11. 16-17

Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Llamamos dichosos a los que tuvieron constancia. Habéis oído ponderar la paciencia de Job y conocéis el fin que le otorgó el Señor. Porque el Señor es compasivo y misericordioso. Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos. Palabra de Dios.

EVANGELIO — Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador

Lectura del santo evangelio según san Juan  15, 1-7

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará.» Palabra del Señor.