Hace un par de días tuve la gracia de dar la primera Comunión a Ramiro. Ramiro ya no es un chico pequeño, tiene más de cuarenta años, pero cuando tenía unos cinco, por culpa de una jarra comprada de recuerdo, se intoxicó con plomo y está casi como paralítico cerebral. No anda ni habla y lo poco que entendía es que era un pan normal el que iba a recibir.  Tal vez alguno piense que es tontería darle la Comunión, que la catequesis es importante y saber lo que se va a hacer. Esto último es cierto, pero según las capacidades de cada uno. El otor día a un niño normal de catequesis que llamó tres veces a la Sagrada Hostia “galleta” le dije que como volviera a repetirlo se iba a hacer la Comunión al Carrefour, que allí sí venden galletas.

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.

En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Sinceramente, Ramiro no sabe a Quién ha recibido. Sinceramente, yo tampoco lo sé bien cada vez que comulgo. Pero lo que sí sé es que el Señor sabe muy bien quién es Ramiro, que en él no hay doblez, ni engaño, ni traición. Dios tiene que estar muy a gusto en el alma de Ramiro.

Sin embargo, yo, tras tantos años de seminario, todavía comulgo pensando en otra cosa, voy con prisas pues tengo cosas más importantes que hacer, estoy más preocupado de la megafonía que de la patena, y nada más comulgar viene la broma tonta, la crítica innecesaria hasta el olvido de Dios. Eso nunca lo hará Ramiro, yo cada día. Siempre soy yo más importante que el Amo.

Comenzamos la época de las primeras comuniones y te duele el alma pues muchas veces -tal vez este año no-, se llena la parroquia de personas que no saben estar en la Misa, que no saben cuándo levantarse, sentarse ni arrodillarse, que las respuestas les suenan a congolés y que se acercan a comulgar y te das cuenta que no saben qué hacer y tienes que tener mil ojos para que no se lleven la Sagrada Forma fuera de la iglesia sin comulgar. Todos recibieron su catequesis, pero ya se les ha olvidado. No es que la celebración salga bien o mal, sino que están ante el mismo Dios y lo que les interesa es el traje de su prima Macarena.

Es un buen momento para pedir por todos ellos, para que el que comparte su pan no le traicione y vuelva a descubrirle y salga de sus labios un “Señor mío y Dios mío.” Hay mucho que rezar, mucho que evangelizar y mucho que expiar.

Virgen María, haznos sencillos como a Ramiro y, aunque tal vez suspendamos en teología, que nunca abandonemos a tu Hijo que se entrega por nosotros en la Eucaristía.

Gracias por las oraciones de ayer.