¿Qué es guardar mandamientos y palabras? ¿Es sólo recordar? ¿Es llevar a la práctica?
Una pista nos la da el Evangelio: «todas estas cosas [todo lo que sucedía, veía y oía] María las guardaba, meditándolas en su corazón». No simplemente recordaba, no sólo trataba de hacer lo que le decían o de comportarse según se le pedía. La expresión «guardar las cosas en el corazón, meditándolas», parece expresar más el «hacerlas suyas», «dejarse transformar» por todo lo que pasaba, por lo que veía, por lo que oía y darle significado a su vida con todo ello.
La Revelación de Dios no consiste en proporcionar información a los hombres sobre el más allá. Dios se ha revelado al hombre entrando en una relación con él, una relación de Amor, en la que el corazón «guarda» todas las cosas importantes, no para almacenarlas, sino para que esa relación crezca y se haga más profunda. ¿Cómo llegamos a conocer de verdad a las personas que amamos? En una relación en la que el corazón, nuestro interior, nuestra intimidad se afecta totalmente por la presencia de la otra persona.
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él»
Gloria a tí señor Jesús
Con todo los respetos por otros comentaristas, los comentarios cortos y con un contenido profundo son para mí como los azucarillos, uno solo basta para endulzar la leche y ni se necesita medir ni coger cuchara para utilizarlo rápidos de leer, pero lleva mucho tiempo meditarlos y a mí me llenan gracias al comentarista “2”.
Querido hermano:
Los mandamientos no son obligaciones que vienen de fuera, sino indicaciones en formulación de mandamiento que Dios nos da para que evitemos hacernos daño. ¿Imaginas que un buen padre dejara a su hijo que hiciera lo que quisiera, que no le alertara de los posibles peligros?
Pues Dios, que nos ama, nos alerta, nos indica por dónde debemos caminar para cuidarnos y ser felices. Y el Evangelio termina diciendo que es el Espíritu Santo el que nos lo enseñará y nos lo irá recordando.
Acude a Él cada día. No es una fórmula mágica ni un recurso a nuestra limitación, es Dios que te alienta, que te guía, que te enseña, que te sostiene y te unge para vivir con alegría la voluntad de Dios.
Reza el Santo Rosario cada día. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Gracias por tu sinceridad, Juan José; a mí me gusta echar siempre dos azucarillos … (je, je). Saludos.
Lo bueno (y profundo) si breve, doblemente bueno. Gracias por su reflexión Comentarista 2.