Ya estamos metidos en medio de la refriega de las primeras comuniones. Todas las semanas ensayo con algunos grupos, niñas que lo hacen bastante bien, niños a los que ofrecerías en sacrificio sobre el altar, padres que miran y hacen su logística particular, abuelos que buscan sitio para sentarse y hay que explicarles que por la noche cerramos la parroquia y nos gusta dejarla vacía (excepto al Señor, que se queda en el Sagrario velando por nosotros). Sin duda los abuelos suelen ser los más entusiastas. Muchos te piden que les des una catequesis a sus nietos en tres minutos sobre todos los conceptos de la fe que ello screen que no les han quedado claro a sus nietos. Serán los que tienen más edad, pero son los más entusiastas y da gusto tratar con ellos.
“Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud.” ¡Da gusto también con Apolo! A lo mejor no era el más instruido, ni tan siquiera el que -como dice mucha gente-, tenía “más fe”…, pero era un entusiasta. Desgraciadamente muchas veces nos encontramos con laicos cristianos e incluso sacerdotes y religiosos que les falta entusiasmo. Sí, tal vez sepan muchas cosas, están muy bien formados e informados, incluso sean ilustres doctores de la Iglesia en ciernes, pero les falta entusiasmo, pasión por Jesucristo, el Evangelio y la Iglesia. Sus palabras suenan como el soniquete de un rosario rezado sin atención. No quieren influir en la vida de nadie para que el Evangelio no influya en su vida, simplemente se dejan llevar por la vida hablando de cosas buenas, incluso haciendo cosas buenas, pero sin dejar que entre en su vida el Bueno.
“Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente”. Pues hoy podemos pedir al Espíritu Santo para la Iglesia la pasión -refrendada por su vida-, con la que Jesús hablaba de su Padre a los hombres. El que cada cristiano sea entusiasta de la fe, de la Iglesia, del Evangelio, de Cristo. Más entusiasmo que ponen muchos en el fútbol, o en la Fórmula 1, o en las últimas tendencias de moda o de informática. Entusiasmo que como nos dice el diccionario es : “1. m. Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive. 2. m. Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño”. Entusiasmo en las celebraciones, entusiasmo en la contemplación, entusiasmo en el apostolado, entusiasmo en la caridad, entusiasmo en todo momento. No tiene nada que ver con lo que la gente llama ahora “ser un exaltado,” sino que es poner el corazón en lo que se hace.
María es una entusiasta de Cristo. Para decir “Hágase en mi según tu palabra” hay que tener mucho entusiasmo por la Palabra de Dios. Ojalá se nos contagie un poco de ella.