Contradicciones del Evangelio: Cristo ha venido para salvar a todos, pero no todos están en disposición de recibirle. Porque la fe, además de una luz de Dios, también consiste en recibir y aceptar a Cristo como Mesías. Es decir, que además de una virtud teologal, es al mismo tiempo un acto de la voluntad por el que acepto ser salvado por Cristo.
Su mensaje y su grandeza da plenitud a todos los corazones. Pero no todos los corazones están dispuestos a pagar el precio de esa plenitud: el hecho de que Cristo pida muchas cosas para recorrer ese camino para entrar por la puerta estrecha desalienta a unos porque no quieren soltar ciertas cosas, enfría a otros por pura comodidad, incomoda a la mayoría porque les pone delante de la mediocridad de su vida, hace renegar a otros tantos a los que denuncia su vida oscura. Éstos últimos serían los cerdos de la imagen usada hoy. No harían caso ni aunque resucitara un muerto. Con ellos no hay que perder el tiempo. Tan sólo rezar mucho.
En el Reino de Dios no cabe la mediocridad, porque sería pensar que Cristo admite la mediocridad. Ha sido esta una tentación permanente, pues viene asociada a la natural condición humana. Pero el Señor no para de llamar a nuestras puertas para despertarnos de la modorra en que tendemos a vivir: “¡Entrad por la puerta estrecha!”. Este imperativo del Maestro nos animará en los momentos difíciles de nuestra entrega diaria, cuando nos cueste ser fieles a la oración, cuando el corazón está alterado por algún suceso, cuando la tristeza por nuestros pecados se nos cuele…
La mediocridad se manifiesta en detalles que testimonian un corazón que no vibra mucho con el Señor. Y da pena. Me pasó una vez en el confesonario que, tras poner de penitencia el rezo de un Avemaría, el penitente me preguntó que si tenía que rezarla entera. (Por curiosidad: ¿Tú qué habrías respondido?).
Estos días en que se ha vuelto a celebrar públicamente la Misa y hemos establecido un servicio de orden, ha quedado más en evidencia la cantidad de católicos que llegan tarde. En mi parroquia, la mitad. Esa es la importancia que le damos a Dios: cuanto más podamos restarle, mejor. Hay quien llega tarde por circunstancias justificadas, pero la mitad dudo que la tenga.
El “resto” de Israel que aparece citado en la primera lectura, se refiere a los fieles al Señor que entregan su vida de corazón al Reino de Dios. No son masa, sino levadura. Y en la Iglesia pasa muchas veces lo mismo: en épocas de grandes crisis, ha habido siempre un “resto de Israel” que aparece en las figuras de un San Benito, San Francisco de Asís y otros muchos. La santidad viene en frasco pequeño, aunque la llamada de Cristo sea universal.
Hemos de ponernos todos juntos a rezar, sin parar de pedirle a Cristo Su Ayuda. El mundo parece que se ha vuelto loco. Ha influido el Covit19?
Estamos en tus manos Señor. Perdonanos y Ayudanos
Gracias por su comentario Padre
La fe es absolutamente necesaria para poder vivir honestamente y para unirnos con Dios en nuestra vida cristiana y humanamente buena. Dios nos la da, pero es necesario pedírsela y por nuestra parte evitar todo lo que pueda ofenderlo a Él y al prójimo. Hay personas, quizá muchas, que se dicen creyentes, pero poco se preocupan por cumplir los mandamientos, por participar en la celebración de la Eucaristía y en recibir los Sacramentos. Entonces la Fe se debilita, la gracia de Dios de pronto se pierde a causa de posibles culpas. Ahora que hemos estado más reunidos en familia, a causa de la pandemia, quizá muchos han reflexionado y tal vez hayan pensado en renovar su práctica religiosa, su vida de oración y el anhelo de practicar las virtudes propias de quien de verdad busca a Dios.
La vida de Fe también nos hace pensar pensar en la vida eterna. Quiero compartir una experiencia al respecto. En un rato de intimidad con Dios, de anhelos de contemplarlo cuando llegue mi último momento, le dije: ¿Cómo podré cntemplarte, Padre Dios, si Tú ees invisibley cuando yo muera no tendré tampoco estos ojos corporales? Y ¡Qué belleza! esta fue su respuesta: «Ahora me ves de un modo limitado, por la PRÁCTICA DE LA FE, no puedes verme de otra manera porque necesitas una luz que en la tierra no puedes tener, es muy superior a la capacidad humana, pero cuando llegues al cielo, esas fe se va a transformar en una luz más grande, algo sobrenatural que se llama el lumen gloriae, así podrás contemplarme eternamente.» Para tener esa gracia tan grande es preciso que nos preparemos viviendo bien aquí en la tierra la vida de la Fe y que recibamos los Sacramentos de Penitencia y Eucaristía, para mantener la pureza del alma. Igualmente evitar lo que pueda molestar al prójimo. Debemos prepararnos con una vida santa y pedirle a Dios que nos lleve al Cielo.
La recitación del Rosario y el amor a la Santísima Virgen María también nos ayudan a vivir en la gracia de Dios y a prepararnos para la vida eterna.
La lectura y meditación de los textos de la Sagrada Biblia son también un don muy grande. Cada día los tenemos en la Liturgia. Qué bueno si los recordamos durante el día, los meditamos y profundizamos.
Que el Espíritu Santo nos ilumine y nos fortalezca para vivir ahora esa vida de FE y para desear que al final de la vida terrena tengamos la gracia del Cielo. Amén
Queremos recibir a Cristo, seguirle y llevarle a los demás, siendo instrumentos aptos… La Iglesia nos dá los medios para luchar por vivir una vida santa; la oración, la escucha de la Palabra, los sacramentos,…, pero esa vida tiene que ser vivida para los demás… Ese «hacer a los otros lo que quisieramos que nos hiceran a nosotros» tiene que ser imperativo en nuestras acciones, ejercicio contínuo de virtud,la regla de oro para ser felices ya aquí en la tierra y después eternamente. ¡Cuánto nos cuesta! ¡Es mas fácil lamentarse por la maldad que percibimos que asumir el protagonismo en nuestra vida y la corresponsabilidad en la vida de los demás que son hermanos nuestros, porque son Hijos de Dios!
Para el cristiano saber elegir entre dos modos diversos de vida es decisivo para entrar en el reino de los cielos. El que elije la vía estrecha, la de la vida, debe saber que está llena de aflicciones; al decir estrecha indica que en el sufrimiento se encuentra la prueba de la fe.
No es estas fuera de la tormenta , sino encontrar Paz en ella
Intento asumir mis responsabilidades en la vida que Dios me ha dado,en su derroche de generosidad . Yo no soy nada .simplemente una madre de familia,ignorante .Amando a Dios sobre todas las cosas y por lo tanto a Sus hijos que son mis hermanos
Gracias.